Hastío de Djokovic


Y de que asuntos banales cada vez ocupen más y más tiempo en los informativos.

 Aprovechando por segunda vez los privilegios fraternales que, la fraternidad con el titular de esta sección me otorgan, voy a pergeñar algunos desatinos, puede que incluso algún atino. Por tanto, la responsabilidad de lo que viene a continuación es mía, es decir de Prudencio Gordo Villarraso.

 Parece ser que el tenista serbio ha tenido o está teniendo problemas en Australia porque no cumple los requisitos que este país pide a los que quieren entrar en él. No tengo claro si al final lo van a deportar o no, pero supongo que harán lo que marque la ley o las directrices sanitarias.

 Pero convertir esto en un cuasi culebrón que hace que tenga que estar cambiando de canal si quiero informarme de cosas de mayor trascendencia es algo que no comprendo. O que el compañero sentimental de Malú, que, hace como quien dice tres días, era el líder del centro liberal guay, compare su situación con la de millones de inmigrantes que se juegan la vida buscando una vida medio decente, me parece indecente. Si aludo al señor Rivera, en relación a su pareja sentimental, es para poner de manifiesto el machismo de muchos medios, cuando aluden a mujeres destacables por su actividad profesional como “la mujer de…” o “la pareja de…”

 Imagino que a los aficionados al tenis les gustará ver partidos de este tenista, que es posible que sea de los mejores del mundo. Y si participa en tal o cual torneo merezca algunos segundos o líneas en la sección de deportes de los programas de tele o radio o los periódicos. Pero nada más.

...llenen horas con los graznidos de cuatro cantamañanas opinando al respecto
 Puse una breve alusión en Facebook y por las reacciones de personas de variada condición intuyo que ese hastío lo siente mucha gente.

 Hastío de Djokovic, de que el novio de la hija de no sé quien diga si fulano o mengano hizo esto o dejó de hacer lo otro, y llenen horas con los graznidos de cuatro cantamañanas opinando al respecto.

 Hubo un tiempo, no tan lejano, en los que para alcanzar la fama era menester destacar en algo: dedicarse a escribir buena literatura, al cine, a la canción… Pero ahora es al revés. Alguien que sale en un programilla de estos, sabe dios con qué mérito, aprovecha esa fama para escribir un libro, (o hacer que se lo escriban y que la editorial ponga luego su foto y su nombre en grandes letras en la portada), sacar una marca de productos alimenticios, anunciar variopintos artículos, hacer sus pinitos en el cine o berrear en discos que causan vergüenza ajena.

Te podía gustar o no la obra literaria, las canciones o películas de alguien; pero intentaban honestamente hacerlo lo mejor posible
 Ha habido casos de gente con fama labrada en una larga carrera profesional, que ha aprovechado su prestigio para determinadas causas en pro de los demás. Me viene a la mente, por ejemplo, Paul Newman, que creó una empresa de salsas que se vendían con su imagen en la etiqueta y cuyos beneficios eran dedicados íntegramente a causas sociales. Y para quien pretenda hacer un paralelismo con empresarios dueños de fábricas en el tercer mundo y con sedes sociales en paraísos fiscales, que dan propinas, diré que he investigado y no he encontrado nada de que Newman hiciera fraude o ingeniería fiscal.

 Es decir, tenía fama quien tenía previamente prestigio. Te podía gustar o no la obra literaria, las canciones o películas de alguien; pero intentaban honestamente hacerlo lo mejor posible. Con algunos sus productoras también “fabricaban” romances para que hablaran de ellos, pero previamente tenían algo que ofrecer.

 Pero ahora te llenan horas de programación con anécdotas y con gente que los único que vende es su impudicia y vulgaridad. Lo dicho, hastío.

Colaborador invitado por Antonio Gordo: Prudencio Gordo.





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