Manuel Rodríguez López, un excepcional jurista para nuestra historia


 El pasado jueves, en la ciudad de Málaga y tras una fructífera vida como persona y jurista, falleció don Manuel Rodríguez López, magistrado que inicio su carrera judicial como juez de Primera Instancia e Instrucción de Alhama y llegó a desempeñar con ejemplar eficacia la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.

Por Andrés García Maldonado

 Volvemos a repetir que a lo largo de la historia, desde siempre, no pocas personas han llegado a Alhama por imperativos o circunstancias ajenas a ellas mismas, dadas por el desempeño de un cargo o por diversidad de actividades y ha resultado que, en poco tiempo, han quedado vinculadas a esta ciudad y comarca de por vida y tras ésta, de alguna forma se han hecho, tenido y tendrán, como alhameños o casi como parte de esta tierra. Este es el caso de don Manuel Rodríguez López, quien entregó su alma al Supremo Hacedor el pasado jueves, día 28 de enero, en la ciudad de Málaga, en donde tenía su residencia principal desde hace bastante décadas y fue su presidente de la Audiencia Provincial, para años después concluir su sorprendente carrera judicial, como presidente de las máxima institución judicial de Andalucía, como es el Tribunal superior de Justicia de nuestra Comunidad Autónoma.

 Don Manuel llegó a Alhama el día de San Marcos de 1952. Tenía veintiséis años y venia a tomar posesión de su primer Juzgado, el por entonces Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Alhama de Granada, tras haber superado brillantemente las correspondientes oposiciones algo más de un año antes y pasar por la Escuela Judicial.

 Probablemente , en un principio, éste su primer destino, con lo que ello significa de vinculación profesional y emocional para cuantos inician una carrera importante y que ha de ser larga y extensa, Alhama no era nada más que un punto de partida para el ejercicio de su importante profesión, aunque, como en varias ocasiones nos dijo a lo largo de los años: “Como granadino de la misma capital, siempre, desde mis años infantiles, sentí interés y aprecio por muchos pueblos de nuestra Granada, bien por relaciones y vínculos familiares o de amistad, o, también, por el renombre o atractivo de varias de nuestras poblaciones y ciudades de la provincia y esto es lo que me sucedía con Alhama, de la que siempre había oído hablar, y pronto fui testigo de ello, de su belleza e historia”.

VINCULACIÓN A ALHAMA

 Persona profundamente enamorada y conocedora de su Granada natal, en sus primeros años del Bachillerato, el romance del “¡Ay de mi Alhama!”, como a tantos miles y miles de escolares y estudiantes de multitud de lugares de todas las geografías, pero en este caso aún más acentuado por nacer, vivir y transcurrir su infancia, niñez y juventud en el mismo corazón de la bella ciudad de La Alhambra, recordándole la historia de los últimos reyes nazaritas del Reino de Granada, le acercaba poética y emocionalmente hacia la atractiva e histórica ciudad de Alhama, en la que, precisamente, se iba a iniciar su carrera judicial que, en el transcurso de más de cuarenta años le llevaría al desempeño de importantes funciones y cargos en la Administración de Justicia, lo que culminaría, en el primer lustro de la década de los noventa del siglo pasado con su elección y desempeño de la presidencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, el que, en alguna medida, al menos en un sentido de simbolismo histórico, viene a recordarnos a aquella Real Chancillería que, durante siglos, tuvo jurisdicción prácticamente en toda la mitad sur de España.

 Inició el Bachillerato en el año 1936, en el Instituto “Padre Suarez”, al que desde su creación, en 1844, hemos estamos ligados miles de alhameños que hemos efectuado el bachillerato en el mismo así como, muy especialmente, le debemos la conversión del Colegio Libre Adoptado en Sección Delegada del mismo, un hecho transcendental y que hizo posible que todos los niños de nuestra comarca, primero, y jóvenes, después, tuviesen la posibilidad de estudiar el Bachillerato de cada momento.

 Don Manuel sentía enorme afecto por este Instituto, como nos puso de relieve hace un cuarto de siglo, cuando este centro cumplió los ciento cincuenta años de historia y él fue uno de los invitados especiales de los distintos actos conmemorativos.

 Cursó después la Licenciatura en Derecho, la que concluyo en el curso 1947-48. Un año después comienza a preparar las oposiciones para la carrera judicial, las que supera en el curso siguiente, ingresando como hemos apuntado en la Escuela Judicial en 1951 y comenzando como juez de Primera Instancia e Instrucción a partir del año siguiente.

 Lo que en principio se preveía como un paso de unos pocos años por Alhama, se convierte en una vinculación definitiva. Desde su llegada se relaciona e interesa por todo lo alhameño, hasta el punto que, pocos años después, contrae matrimonio con una alhameña querida y apreciada por todos, como era la inolvidable doña Mercedes Ros Peña, hija de una de las personas más entrañables y apreciadas que ha tenido y recuerda Alhama, don Rafael Ros, aquel singular y humanitario médico que Alhama entere, en momentos muy difíciles en los que su vida corría peligro, hasta el punto de que iba a ser fusilado, le demostró cuanto lo quería y como, para siempre, ha quedado en la mejor historia de las personas de verdadera excepción que han tenido alguna relación con nuestro pueblo.

IMPORTANTE CARRERA PROFESIONAL

 Aunque desde entonces la vinculación de don Manuel es permanente hacia esta tierra, pasando aquí muchos periodos, a veces horas o días, a lo largo de toda su vida. Su carrera profesional tenía que continuar y, tras desempeñar ejemplarmente, con preparación y responsabilidad, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Alhama, ejerce los Juzgados de Ateca, Santoña y Priego de Córdoba, donde asciende a Juez de Termino.

 Buscando siempre estar lo más cerca de la tierra granadina, en 1959, llega a la cercana Loja, donde permanece durante cuatro años, hasta que en 1963 es ascendido a magistrado y destinado a la Audiencia de Bilbao, y en el mes de octubre del siguiente año al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 3 de Málaga, pasando tan sólo dos años después, ya en 1966, como magistrado a la Audiencia Provincial de Málaga.

 En Málaga se afinca definitivamente y, desde un primer momento se convierte en toda una institución en esta ciudad y provincia malagueña. Con la función del cargo de magistrado, simultaneó el desempeño de funciones como las de vocal de Tribunal de Contrabando, durante varios años, hasta la supresión de éste, o durante siete años desarrollando una excepcional labor tanto en el orden judicial como en el humanitario, en el Juzgado de Menores de Málaga, o la presidencia de la Junta Electoral Provincial de Málaga, durante más de nueve años y dejando evidentes pruebas de su justo y bien hacer las cosas.

 En los momentos en los que la Administración de Justicia tiene uno de sus máximos periodos de dar urgente respuesta a las muchas necesidades y pruebas que tenia a lo largo y ancho de toda la provincia de Málaga, incluyendo como parte de su jurisdicción en este orden de cosas a la ciudad de Melilla, don Manuel es designado presidente de la Audiencia Provincial de Málaga, en febrero de 1986 y teniendo, en su discurso de toma de posesión, unas sentidas y emotivas palabras de recuerdo y afecto hacia “la tierra granadina de Alhama”, y volviendo a ser reelegido para ese cargo en 1990.

EXCEPCIONAL LABOR

 La labor desarrollada, reconocida a todos los niveles y, muy especialmente, por todos los sectores de la Administración de Justicia, tanto a niveles provinciales, como regionales y nacionales. Fue singularmente fructífera y sumamente fecunda, cuando se llevó a cabo la más importante actualización en todo el siglo XX, consiguiendo para sede de la Audiencia de Málaga el famoso y gran Hotel Miramar, salvándolo así de una ruina segura y haciendo posible que, bastantes años después, volviese a su primitivo destino tras el traslado de todas los Juzgados y la misma Audiencia a la construida Ciudad de la Justicia de Málaga.

 Todo esto, junto a su ejemplar carrera profesional de prácticamente cuarenta años, también en momentos de no pocas dificultades, que él afrontó sabiendo que la entrega de cada día es el único remedio para resolver los problemas que se convierten en crónicos, es lo que lleva al Consejo General del Poder Judicial a elegirle como presidente del más alto Tribunal de toda nuestra Comunidad Autónoma, convirtiéndose así en una de las tres primeras autoridades de toda nuestra ancha y extensa región.

 El desempeño de esta transcendental función por don Manuel Rodríguez López, fue como se reconoció a todos los niveles y por muy distintos sectores eficaz a pesar de la tremenda falta de medios con la que hubo de enfrentarse durante todo su mandato, lo que puso bien en evidencia, en cada oportunidad que le fue posible, ante las más altas instancias del gobierno de la Nación así como de la Administración de Justicia en concreto, dejando un Tribunal Superior de Justicia de Andalucía más consolidado que cuando él llegó.

 El reconocimiento a todo esto fue un justo y multitudinario homenaje que se le tributó el 26 de mayo de 1995 y reunió a cientos de personas de todas las provincias andaluzas así como muchas otras venidas desde distintas partes de España, especialmente de Madrid.

 Don Manuel Rodríguez López igualmente colaboró en aquello que se le solicitó por parte del Patronato de Estudios Alhameños. Recuerdo cuando hablamos, acercándose el 140 aniversario del nacimiento de don Eduardo de Hinojosa, y junto con el ayuntamiento, siendo alcalde Antonio Molina Gómez, acordamos llevar a cabo un homenaje al insigne alhameño, al que desde 1966 no habíamos olvidado. Éste que presidió don Manuel, en 1992, contó igualmente con la participación del presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Granada, don Eduardo Roca Roca, también con el salón de actos donde tuvo lugar abarrotado en su extensa totalidad. 

 Con su espléndida memoria, realmente singular, tuve la suerte durante algunos años de escucharle y compartir muchísimas charlas y tertulias, en las que siempre quedaba en evidencia su sabiduría y, sobre todo, su calidad suma de jurista, además que también de historias de Alhama como de todos aquellos lugares por donde pasó a lo largo de su fructífera carrera profesional, en la que tantas acciones de humanidad y preocupación por las más necesitados y débiles puso siempre en evidencia, procurando que su mano izquierda no se enterase de lo que hacía la derecha.

 Personalmente, siempre le agradeceré como recordaba a mi padre, como amigo y abogado, durante los años que estuvo en Alhama como juez y mi padre ejerciendo, así como me sucedería a mí, bastantes veces, cuando presidia o constituía algún tribunal ejerciendo yo. Tampoco puedo olvidar el interés y apoyo que puso, en 1999, en la publicación de mi trabajo “Los Baños de Alhama y la Apología de Fernando de Vergara”, editado conjuntamente por los Balnearios y Alhama Comunicación, con excepcionales presentaciones en “La Madraza” de Granada y en la misma Alhama.







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