
La Subdelegación del Gobierno de España en Granada las sigue reconociendo ¡han pasado 70 años!
Granada se vistió de gala y memoria el pasado miércoles 4 de junio de 2025. La Subdelegación del Gobierno de España se convirtió en el escenario de un acto cargado de simbolismo y justicia histórica: la entrega de los galardones "Granadinas por la Libertad". En su séptima edición, esta iniciativa, nacida en 2018, reafirmó su compromiso de rescatar del olvido y poner en valor las trayectorias de mujeres que, con su valentía y visión, han sido cruciales para el desarrollo democrático, social y cultural de la provincia.

El subdelegado del Gobierno, José Antonio Montilla, acompañado por la catedrática de Didáctica de la Literatura de la Universidad de Granada y presidenta de la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios, Remedios Sánchez, presidió una ceremonia que fue mucho más que una simple entrega de premios. Fue un acto de "necesaria reparación y justicia", como subrayó Montilla, para tantas mujeres valiosas, pioneras en sus respectivos campos, que han sido "sistemáticamente invisibilizadas y silenciadas". Ambos anfitriones coincidieron en destacar "la fuerza transformadora de estas mujeres que, muchas veces desde el silencio o el anonimato, han sido fundamentales para conquistar derechos y abrir espacios de igualdad". En sus palabras, "reconocer a quienes abrieron camino desde el compromiso, la valentía y la lucha por la igualdad es también una forma de construir democracia".

Y entre esas luces que iluminaron el camino hacia una sociedad más equitativa, el foco de este homenaje brilló con especial intensidad sobre un colectivo que encarna la audacia y el espíritu de superación en el ámbito deportivo: el Equipo Femenino de Balonmano de Alhama de Granada, cuya actividad principal se desarrolló entre 1964 y 1971.
Las guerreras de Alhama: Cuando el balonmano fue un grito de libertad en la Granada rural
Para comprender la magnitud de la gesta de estas jóvenes alhameñas, es imprescindible transportarse a la España de los años 60, un país bajo un régimen dictatorial donde el papel de la mujer estaba mayoritariamente relegado al ámbito doméstico. En las zonas rurales, como la comarca de Alhama, las oportunidades para las mujeres eran aún más limitadas, y la práctica deportiva femenina era una excentricidad, una rareza que a menudo se topaba con la incomprensión, la falta de recursos y el escepticismo social.

En este contexto adverso, casi hostil, surgió un grupo de muchachas con una pasión indomable por el balonmano y una determinación de acero. No contaban con grandes infraestructuras, ni con material deportivo de última generación, ni con el respaldo institucional que hoy se da por sentado. Lo que sí tenían era un talento innato, una entrega sin fisuras y un coraje que suplía cualquier carencia. Su "campo de batalla" eran probablemente patios de colegio o espacios improvisados, sus equipaciones, fruto más del ingenio y el esfuerzo colectivo que de un presupuesto holgado.
El equipo, liderado por la visión y el trabajo de las entrenadoras Paqui Díaz y Trini Molina, no tardó en demostrar que su apuesta iba en serio. Nombres como el de Maruchi Espejo, quien llegó a ser considerada la mejor jugadora granadina de su tiempo, o el de Mari Carmen Serrano, cuya agilidad bajo los palos la consagró como una portera excepcional, resuenan hoy con la fuerza de las leyendas. Pero ellas no estaban solas; junto a ellas, tejieron esta historia de éxito jugadoras de la talla de Charo Martel, Ichi Velasco, Hitos Pérez, Carmen Ramos, Tere Pérez, Mari Carmen Fernández, María Luisa Ruiz y Manoli Cerezo. Cada una de ellas aportó su granito de arena, su esfuerzo en cada entrenamiento, su garra en cada partido.

Su andadura oficial, que comenzó con un enfrentamiento contra Salobreña en 1964, pronto se llenó de hitos. La conquista del II Trofeo Corpus de Granada fue una de sus victorias más sonadas, un logro que trascendió lo meramente deportivo para convertirse en un símbolo de lo que eran capaces de conseguir. Varias de sus jugadoras fueron seleccionadas para representar a la provincia, llevando el nombre de Alhama y el estandarte del deporte femenino granadino a competir y vencer a equipos de otras provincias, como los de Jaén, demostrando que su calidad traspasaba fronteras locales.

El último partido oficial documentado, en 1971 frente a Peñuelas, marcó el fin de un ciclo, pero no el de su influencia. El legado del equipo femenino de balonmano de Alhama de Granada va mucho más allá de los trofeos y las victorias. Estas mujeres fueron auténticas pioneras del deporte rural, abriendo un camino pedregoso para las generaciones futuras. Demostraron que el talento y la pasión no entienden de género ni de códigos postales. Su existencia fue un acto de rebeldía silenciosa, una afirmación de su derecho a ocupar espacios públicos, a competir, a soñar y a triunfar en un terreno tradicionalmente masculino.
Este reconocimiento en los "Granadinas por la Libertad" 2025 no es solo un aplauso a sus éxitos deportivos, sino un profundo agradecimiento por su valentía al desafiar las normas de su época, por su contribución a la visibilidad de la mujer en el deporte y por sembrar una semilla de igualdad que, décadas después, sigue dando frutos. Ellas no solo jugaron al balonmano; jugaron por la libertad.








El acto en la Subdelegación del Gobierno fue, en definitiva, un ejercicio de memoria activa y un acto de profunda justicia. Al honrar a estas siete mujeres y al equipo de balonmano alhameño, Granada no solo reconoce sus méritos individuales, sino que celebra el espíritu de todas aquellas que, con su esfuerzo y determinación, han construido y siguen construyendo una provincia más libre, más justa y más igualitaria para todos. Su legado es una antorcha que ilumina el presente y guía el camino hacia un futuro donde la igualdad sea, por fin, una realidad plena.
Vídeo
María Espejo (Maruchi) agradece el reconocimiento en nombre de todas (grabación desde el público)
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