Un árbol por "kuro obi" (10): Alejandro García Fernández


Alejandro celebra no solo un logro personal, sino un recorrido lleno de sacrificios y enseñanzas.


 En el mundo del karate, cada cinturón negro —o Kuro-Obi— es mucho más que un símbolo de habilidad; es un compromiso con la constancia, el esfuerzo y la pasión. Este compromiso se celebra de forma muy especial: por cada cinturón alcanzado se planta un árbol, un testimonio vivo del crecimiento personal y deportivo de quienes se atreven a superar sus límites. Entre estos destacados exponentes se encuentra Alejandro García Fernández, miembro del club deportivo Alhama-Ippon, quien no solo ha elevado el nombre de su equipo y de su pueblo, Arenas del Rey, sino que también ha dejado una huella imborrable en sus compañeros y en la comunidad del karate.


Un comienzo inesperado

 Alejandro inició su andadura en el karate en una etapa en la que jamás imaginó alcanzar tales alturas. “Pensaba que no iba a llegar”, confiesa, recordando aquellos primeros días llenos de dudas y desafíos. Sin embargo, la determinación y un par de empujones decisivos le permitieron adentrarse en un camino de disciplina y superación constante. Con cada entrenamiento, con cada caída y posterior levantada, se fue forjando no solo como deportista, sino también como un ejemplo de perseverancia.


El valor del esfuerzo y el compromiso

 Hoy, al alcanzar el prestigioso cinturón negro, Alejandro celebra no solo un logro personal, sino un recorrido lleno de sacrificios y enseñanzas. Cada logro ha significado la plantación de un árbol, una metáfora viva de crecimiento y fortaleza. La placa identificativa que acompaña a su árbol es un recordatorio perenne de su paso por este exigente sendero, y un mensaje de inspiración para quienes transitan el mismo camino en el mundo del karate.


 El éxito de Alejandro no es fruto del azar, sino el resultado de años de constancia, tesón y un saber estar que lo han llevado a conquistar numerosos campeonatos. Su historia ha elevado el prestigio de su club y ha puesto a Arenas del Rey en el mapa del deporte, demostrando que el verdadero crecimiento se refleja tanto en la técnica como en el espíritu.


Para Alejandro, este gesto es un recordatorio permanente de que cada esfuerzo invertido

 El simbolismo detrás de la plantación de un árbol por cada Kuro-Obi no es fortuito. Así como un árbol crece, se fortalece y se convierte en refugio, el cinturón negro representa la madurez y la resiliencia adquiridas a lo largo del camino. Para Alejandro, este gesto es un recordatorio permanente de que cada esfuerzo invertido en su formación ha contribuido a un legado que ahora comparte con su comunidad.


 En un mundo donde el éxito se mide en logros tangibles y medallas, la historia de Alejandro García Fernández resalta la importancia de valorar el proceso, de respetar cada paso y de celebrar el crecimiento personal. Su trayectoria inspira a futuras generaciones a mirar más allá de la victoria, a plantar sus propios árboles y a forjar un camino de superación y compromiso que, como un robusto roble, perdurará en el tiempo.




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