Versos para cantar (I): Llanto de Alhama por su río


Nació este poema sin su ropaje musical. Nació tras una visita al río con mis alumnos en aquel lejano 1995, famoso por sus escasísimas lluvias.

 Mucho me temo que estos “versos para cantar” queden demasiado pobres sin el musical vestido con que fueron concebidos. Mucho me temo que, sin el apoyo de aquellas voces e instrumentos que habrían de arroparlos, se sientan incapaces de transmitir aquello que pretendían. Pese a todo, he decidido compartirlos con ustedes.

 Y, por dar el primer paso con algo de apoyo, he elegido para esta primera entrega “Llanto de Alhama por su río”. Nació este poema sin su ropaje musical. Nació tras una visita al río con mis alumnos en aquel lejano 1995, famoso por sus escasísimas lluvias. Su pobre caudal, la suciedad y nuestro incívico comportamiento me hicieron poner en boca de nuestra Alhama estas lastimeras quejas. Y a mi mente acudió la imagen de aquel rey moro que, cinco siglos atrás, lloró la pérdida de su querida Alhama. 

 Ya había interpretado nuestra coral el “Ay de mi Alhama” gracias a una grabación facilitada por mi antiguo alumno Salvador Raya. ¿Podríamos también cantar este nuevo romance? Resultado: en la entrega de premios del certamen literario de aquel año, nuestra coral interpretó esta pieza musical cuya letra había resultado premiada en el apartado de ‘tema alhameño’.

Llanto de Alhama por su río

Llanto de Alhama, mi pueblo,
por Marchán, su río del alma,
espejo de limpias aguas
donde antaño se mirara.

Niña mimada en un tiempo
del rey moro de Granada,
ya veía en ti, Marchán,
mi belleza reflejada.
Cristiana al correr del tiempo,
mi figura remozada,
mi imagen sigue perenne
en tus cristalinas aguas.
Y así un año y otro año
sigues besando mis plantas,
sigues moviendo molinos,
molinos de harina blanca.
Das vida a miles de vidas,
refrescas las tardes cálidas,
ocultas cándidas ninfas
que se bañan en tus aguas.

Hablar de ti, río Marchán,
era hablar de mí, Alhama.
Pero, ¿qué pasó contigo,
mi compañero del alma?
¿Qué fue de tu gran caudal,
de la vida que albergabas,
de los alegres chiquillos
que en tus aguas se bañaban,
de aquellas tímidas mozas
cuya belleza ocultabas?
Asomada sobre el tajo,
no me veo reflejada.
No veo vida en tu seno,
apenas si veo agua.
Basura, muerte, infección
son ahora tu compaña.

Han matado en ti la vida,
mi compañero del alma,
han destrozado mi espejo,
han corrompido tus aguas.
Víctima del desarrollo,
de ambición desmesurada,
tal vez de climas adversos
que darte muerte amenazan.
Por eso, Marchán, te lloro,
por eso brotan mis lágrimas.
Porque, si llega ese día
en que no corran tus aguas,
mi vida se irá contigo,
tu Alhama no será Alhama.

Santa Cruz, septiembre 2024
Luis Hinojosa D.

 

 

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