No me gustaría estar en sus zapatos


Porque lo que le espera va a dejar a la Odisea a la altura de una historieta de Mortadelo y Filemón.

 No suelo ser partidario de la hipérbole pero dado que el propietario de los zapatos que no me gustaría calzarme es el, a estas horas, presidente electo Pedro Sánchez (cuando escribo esto faltan unas horas para que jure el cargo en la Zarzuela) sí que es verdad que lo que ha de afrontar como capitán de ese Frankenstein II es aterrador para cualquiera que no sea él, que ya ha demostrado ampliamente que es difícil de quitar de en medio y que, como en el soneto de Miguel Hernández, como el toro se crece en el castigo.

 No solo ha de hacer frente a los peligros de una mar embravecida, de escollos innumerables y criaturas marinas aterradoras, es que también ha de enfrentarse a sus propios compañeros de viaje y socios de flete, que a cambio de su apoyo en los gastos del viaje van a pedir escoger ellos el rumbo que que ha de tomar la nave, hasta llegar al desconocido país que hay detrás de la consulta de autodeterminación. Ya he dejado por escrito mi opinión al respecto, de modo que no voy a abundar en lo mismo.

Hace apenas unos meses Feijóo contaba, en sus sueños, con vestir el uniforme de capitán de la nave “España Unida”

 Y luego, que todos los que no han podido subirse a ese barco, están ya haciendo acopio de toda clase de naves con las que poder acosar y, dado el caso, hundir la nave. Y yo los comprendo, ya te digo si los entiendo: Hace apenas unos meses Feijóo contaba, en sus sueños, con vestir el uniforme de capitán de la nave “España Unida” y se permitía hablar de los perdedores, sus aduladores se jactaban de la pasada que le iban a dar a “Perro Xanxe” y de los negocios que iban a hacer una vez ocupado el BOE.

 Todos se las prometían muy felices y la prensa caballeresca y muy creyente, creo que ya solo yo añoro la prensa canallesca y atea, publicaba encuestas, muchas encuestas que daban mayoría absoluta a su señorito. Y en esto llegó una periodista, que en una sola entrevista demostró que el señor Feijóo era un pan menos cuatro cantos y el "miajón" para el perro, que viene a ser nada y que como en el viejo chiste, “¿Como se sabe que un abogado está mintiendo? Porque está hablando” el candidato del PP mentía igual.

 El resto es historia conocida y muy reciente y ahora estamos en que lo que le espera a Pedro Sánchez es una travesía muy difícil. Y es que los de “España Unida” van a hacer todo lo que esté en sus manos para que fracase Pedro y fracasemos todos los que creemos que hay muchas maneras de unir España, que hay muchas más Españas que esa España en la que sobran rojos, extranjeros, maricones, lesbianas, moros y en definitiva todos los que no sean como ellos. Como ellos se ven a sí mismos, quiero decir.

No me me gustaría estar en los zapatos de Pedro Sánchez, pero le deseo toda suerte de parabienes, protección de los dioses del mar, de la Virgen del Carmen y de todos los espíritus protectores.

 Está la España de la tolerancia, el respeto y la solidaridad, está la España que trabaja cada día a pesar de los problemas, la España de los españoles musulmanes, tan españoles como los cristianos viejos, la España que mira al futuro, con esperanza o con miedo, pero que no se aferra a un pasado quimérico de viejas glorias imperiales, la España de los catalanes que quieren seguir siendo españoles, la España de los catalanes que no quieren seguir siendo españoles. Muchas Españas conviviendo en una sola piel de toro. Y, por supuesto, la España de la gente de Vox y el PP, tan respetable, pero no más, que todas las demás. La pedagogía de hacer convivir toda estas Españas es la labor que espera al nuevo gobierno. ¿Difícil? sí, imposible, espero que no.

 La calle, las redes sociales, la prensa afín, los opinadores de a tanto el folio, los tertulianos polisapienciales, van a continuar con lo que mejor saben hacer que es mentir, embarrar, sembrar bulos, tergiversar y crear un ambiente aún más enrarecido que el que hemos vivido en los últimos días, en los que se ha pedido a los militares un golpe de estado, al rey que dé un golpe en la mesa y no firme lo que tiene que firmar. Y así sucesivamente...Y es con sosegado debate, contraste de informaciones y respeto a los demás, como se ha de convencer a los que, en el fondo, la unidad de España les importa bien poco, lo que pretenden es la propiedad de España, de su historia, de su bandera y, de ser posible, de su futuro. Pero ese, por ahora no les pertenece.

 No me me gustaría estar en los zapatos de Pedro Sánchez, pero le deseo toda suerte de parabienes, protección de los dioses del mar, de la Virgen del Carmen y de todos los espíritus protectores. Porqué de su suerte dependemos todos los que asumimos que un gobierno progresista es más necesario que nunca, en estos tiempos en los que la extrema derecha resurge con fuerza poniendo en peligro todo lo que nuestros padres y abuelos lucharon por conseguir. Si te parece que no poder comprar casa es lo peor que te puede pasar, imagínate que la casa de tus padres está en Gaza.

 


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