Emoción, historia y sentimiento en la inauguración de la “Plaza de las Clarisas de Alhama”


El pasado sábado, 1 de abril, se inauguró este espacio urbano que se ha convertido en una plaza que embellece toda la zona que ocupa.

 El día 31 de enero pasado, el Ayuntamiento Pleno de Alhama, por unanimidad, aprobaba la propuesta que trasladaba la alcaldía de que la plaza existente entre lo que denominamos “El Agua”, Convento de San Diego, Calle Enciso y Tejar Alto, llevase a partir de ahora la denominación de “Plaza de las Clarisas de Alhama”.

 Así, el pasado sábado, entre la festividad de la Patrona de Alhama, la Virgen de las Angustias, y el Patrón, San Francisco de Paula, tuvieron lugar los actos de inauguración y dedicación de este espacio urbano que se ha convertido en una plaza que embellece toda la zona que ocupa.

Homilía del párroco
 Los actos de la inauguración se iniciaron con una misa, oficiada por el párroco de Alhama, Víctor Valero, quien dedicó referido acto religioso, en su homilía, muy acertada y adecuada, a las Hermanas Clarisas, primero a las que él ha tenido el honor de conocer en estos años que lleva en Alhama, como sor Clara, sor Francisca y sor Pilar, estas dos últimas presidiendo al público asistente junto al mismo alcalde de la ciudad. Después se refirió a la larga historia de estas monjas en nuestra ciudad desde el siglo XVII y la estrecha vinculación que ha existiendo entre las mismas y la población alhameña hasta nuestros mismos días, puso bien en evidencia su respeto y aprecio a estas hermanas comenzando por la inolvidable sor Clara, fallecida hará en octubre cuatro años.

Intervención de Andrés García Maldonado
 Acto seguido, en el mismo templo, bajo la presidencia del alcalde de la ciudad, Jesús Ubiña Olmos, con asistencia de otros miembros de la Corporación Municipal y otras representaciones, como el mismo hermano mayor de la Cofradía de la Virgen, José Antonio Muñoz Sánchez; el presidente del Patronato de Estudios Alhameños, Raúl Gálvez Morales, y ortos personas, el mismo primer Hijo Predilecto de Alhama, Andrés García Maldonado, se inició el acto propiamente dicho municipal y ciudadano.

 Lo coordinó Andrés, quien efectuó una adecuada síntesis de los 410 años de las Clarisas en Alhama, desde su llegada a esta ciudad, a los cabildos municipal y eclesiástico, de Alhama y con el apoyo de toda Alhama, el 12 de octubre de 1612, la carta en la que se comunicaba que era posible el solicitado convento. Brevemente se refirió a los acontecimientos y hechos que han vivido estas monjas a lo largo de esos cuatro siglos y pico, hasta nuestros mismos días, como podrán observar por sus palabras que reproducimos para que los alhameños tengan una idea de la Historia de las Hermanas Clarisas en Alhama, recordando aquel momento cubre de su constitución, la desamortización que las empobreció, la ley que las iba a exclaustrar, su traslado a San Diego, la reconstrucción tras los daños sufridos por los Terremoto de 1884, los sucesos de los años treinta -en lo que considero oportuno no entrar por ser siempre el deseo de las tres hermanas con las que él ha ido tratando en el transcurso de todos estos últimos años- y la mismo Conmemoración del IV Centenario de su llegada, en 2012, con presencia y activa participación del inolvidable Cardenal Carlos Amigo. Conmemoración que dirigió Andrés con la colaboración de Marina Arrebola Altea y de Raúl Gálvez Morales, sin olvidar otras personas siempre vinculadas al convento y, sobre todo, a sus necesidades y dificultadas, como la misma Chencha Serrano del Pino, Ana Ramírez y Francisco Fernández Heredia, en la actualidad junto a Marina.

Intervención del alcalde
 Seguidamente hizo uso de la palabra el alcalde de Alhama, Jesús Ubiña Olmos, quien tras saludar a sor Francisca y sor Pilar, muy especialmente, así como a representaciones y ciudadanos asistentes, siguió sus palabras resaltando muy claramente que esta decisión de dedicar esta parte de la vía pública, esta plaza, a las “Clarisas de Alhama”, había sido aprobada por unanimidad de la Corporación Municipal, dejándose claro que lo que se quería distinguir muy concretamente, era los cientos de hermanas clarisas que han pasado por los distintos ubicaciones que ha tenido el Convento de la Orden en Alhama, desde la parte más distante de las calles de lo que fue antigua ciudad tras su conquista, pasando por calle Alta Iglesia y. desde ahí, a su traslado al convento de San Diego en 1849 en el que, desde entonces, las hemos conocido.

 Resaltó también como las Clarisas han sido siempre unas hermanas vinculadas a Alhama de una forma constante y firme, compartiendo de este modo los tiempos buenos y menos buenos que el transcurrir de los años ha ido dando a la ciudad en todos estos cuatro siglos y diez años. Siendo siempre ejemplo de amor a la ciudad y a sus habitantes, prácticamente a toda la comarca y habitantes de ésta, por lo que como alcalde y en nombre de la Corporación Municipal de Alhama era un honor descubrir la hermosa placa dedicándoles la plaza, PLAZA DE LAS CLARISAS DE ALHAMA.

Sor Francisca, emoción y gratitud
 Acto seguido, sor Francisca (Teresa López), todo emocionada, pero con una entereza y vitalidad en su voz y en su mismo escrito, pronunció unas breves palabras de gratitud que llegaron a todos los asistentes, de una forma honda y elevadamente sentida. Resaltó muy profundamente, con enorme sentimiento, como lo hacía en nombre también de sor Pilar, así como de cuantas hermanas clarisas tuvo Alhama por el hecho de pertenecer durante su vida al Convento de la Orden en Alhama y, en especial, recordó a sor Clara y otras hermanas que se nos han marchado en estas últimas décadas. Dejó muy claro que se sintieron y sentían siempre todas estas hermanas muy alhameñas y que Alhama y sus buenas gentes, fueron siempre un ejemplo de generosidad y apoyo para ellas, si cabe en los momentos más difíciles mucho más. Sí todos los intervinientes fueron claridosamente aplaudidos por los asistentes, sor Francisca lo fue en especia.

 Ya en la misma plaza y conjuntamente con sor Francisca y sor Pilar, se llevó a cabo el descubrimiento de la placa por el alcalde que manifestó que tenía esa satisfacción de hacerlo por la totalidad de la corporación municipal, así como por los habitantes de la ciudad en su conjunto y ante la especial presencia de sor Francisca y sor Pilar representando y recordando a tantas hermanas clarisas que hicieron de su presencia en Alhama su ejemplar vida espiritual. sor francisca y sor Pilar volvían a expresar su gratitud por este emotivo recuerdo a todas las hermanas de siglos.

 El alcalde entregó a cada una de las Hermanas Clarisas, sor Francisca y sor Pilar, una bella reproducción de la atractiva artística placa que se ha colocado en la plaza y que realmente ha quedado todo en su conjunto realmente conseguido y bello.

Poema de Benito Vinuesa Guerrero
 Benito Vinuesa Guerrero, sobrino de sor Clara, fue el autor de un poema dedicado expresamente para este acto inaugural, y que también ha quedado inmortalizado junto a la placa de la plaza, y que él mismo descubrió y dio lectura del mismo, y que comienza con esta bella estrofa que refleja el propio sentir del momento que se estaba viviendo.

A las Hermanas Clarisas
dedicada está esta plaza
como muestra de cariño
que les tienen toda Alhama.

 

Esbozo histórico sobre las Hermanas Clarisas y Alhama
1612-2023

Por Andrés García Maldonado

 Aquel 12 de octubre de 1612, fue cuando se recibió en los cabildos municipales y eclesiástico la carta del provincial de la Orden de San Francisco en la que se comunicaba que, en Alhama, habiendo un grupo de mujeres recogidas que aspiraban vivir la regla de la gloriosa Madre Santa Clara, era posible el anhelado convento.

 Alhama, por medio de sus máximas representaciones religiosa y secular, con acuerdo y consentimiento de todo el común de la ciudad, ya había dado respuesta unánime a ello, ya que venía observando la fervorosa decisión de perfeccionar su estado y ser monjas de la citada regla de aquel grupo de mujeres. Ha hecho exactamente en el pasado octubre 412 años.

 Ocho eran las doncellas que conformaron aquella primera comunidad religiosa de Hermanas Clarisas de Alhama: María de San Gabriel, Isabel de Cristo, Inés del Espíritu Santo, Isabel de Jesús, Magdalena de San Francisco, María de San Juan, María de Santa Clara y María de la Concepción, todas ellas reconocidas por su relevante templanza.

 Además, estas mujeres destacaban por otras virtudes. Como la alhameña sor María de San Juan de una dulce espiritualidad, que cuando abrieron su tumba para el traslado al nuevo convento, cinco años después de morir, de cuerpo entero y fresco; o la lojeña sor Clara de Corpas, que puso en evidencia su grandeza mística durante los doce años que padeció una muy dolorosa enfermedad; o sor María Cabello que las pocas horas que dormía lo hacía en el suelo teniendo por almohada una piedra, dedicando horas nocturnas, además de a la oración, a la realización de preciosos bordados de ornamentos, con la escasa iluminación nocturna que se disponía en aquellos siglos; o la también alhameña sor Catalina de San José, a la que concedió el Cielo singulares prendas naturales, como una deliciosa voz, que la quisieron para adorno de su capilla musical las religiosas de la Orden de Santiago de Granada, siendo célebre en toda la capital del reino granadino, dándose gran concurrencia tan sólo para oírla, dejando más claro que le apetecía más retiro y menos aplausos, pidiéndole a sus padres que la trajese al convento de Alhama donde sería humilde lega…, y de este modo la justa consideración de todas ellas en la Fe de Cristo.

 Y de este modo decenas y decenas de años en esta línea espiritual vinculada a Alhama. A. Torres, en la década de los ochenta del siglo XVII hablando de “Loables costumbres”, destaca que “Atendiendo los moradores de la ciudad a la pobreza del santo monasterio y justamente al buen ejemplo que les dan: acto de la comunidad, oficios divinos, variados santos ejercicios, rezos diarios, es con las limosnas que se recogen por campos y ciudad y una pequeña renta es como se sustentan treinta y tres profesas” procedentes, en aquel años de 1683, como a lo largo de toda la historia de la comunidad en nuestra ciudad, de Alhama y pueblos de las hoy comarca de alhameña y de pueblos cercanos del Valle de Lecrín y de la Axarquía.

Además de a lo espiritual y religiosamente dicho, las hermanas durante esos siglos se dedicaban también a ser educadoras de niñas de la ciudad, así como a la atención de las señoras, mayores que requerían sus atenciones.

 Lógicamente, como toda existencia tuvieron sus momentos gratos y sus tiempos duros. Sufriendo contrariedades inmerecidas, como cuando les fue negada la indulgencia plenaria que podían obtener en 1790 y no les fue otorgada por el Papa Clemente XII.

 Después, ya en el siglo XIX, sufren el primer gran revés, la desamortización de 1836, perdiendo todos los bienes, rentas y fincas que habían ido recibiendo desde su fundación. Teniendo problemas hasta para subsistir, hasta el punto de que, para sufragar las misas de las hermanas fallecidas, se veían obligadas a la venta de los enseres que quedaban de las mismas.

 Lo pasaron muy mal, la vida del convento cambió totalmente, y por si fuese poco al año siguiente se promulgó la ley que establecía la exclaustración de las religiosas profesas con la prohibición de la vuelta al claustro, lo que las tuvo en una durísima incertidumbre durante seis años.

 Tras haber permanecido en Alta Iglesia dos siglos y cuarto, llegó el traslado a este convento que había sido de los Franciscanos de San Pedro Alcántara. Aquel insigne patricio y alcalde que fue don Francisco de Toledo y Muñoz proyecta y comienza a llevar a cabo un plan muy importante para la ciudad. Como era el trasladar a las Clarisas a este convento, convertir el edificio de esta en hospital, y el Hospital de la Reina en cárcel comarcal. Todos los destinos ganaban y ninguno, por lo tardo, perdía.

 Así el Ayuntamiento, en julio de 1849, encomiada a la Sociedad de Amigos del País el traslado de las monjas al convento en el que nos encontramos, lo que se lleva a cabo el 3 de diciembre, ha hecho por lo tanto 173 años.

 Desde el primer momento fundacional, como hemos comentado, las hermanas han venido compartiendo las dichas y las desgracias de toda esta tierra. También la imborrable catástrofe humana y material de la noche de Navidad de 1884, los terremotos. El mismo convento sufrió grandes desperfectos, quedando inhabitable.

 Sor Juana de la Purísima Concepción, abadesa en aquellos momentos, efectuó todas las gestiones inimaginables, dirigiéndose hasta al mismo rey, para hacer posible la reedificación del convento e iglesia. Las hermanas pasan a la casa del “Castillo”, por generosa decisión n de su propietario, José de Toledo y Muñoz, y, al fin, la Junta Diocesana da su positiva respuesta a favor de la más rápida rehabilitación total del convento. Las Clarisas vuelven al convento un año y media después, en julio de 1886, con gran júbilo de toda la ciudadanía alhameña.

 Hasta que llegan los acontecimientos de los años treinta del pasado siglo. He de repetir que el sincero sentir de la mismas Hermanas que sufrieron aquellos terribles hechos, como las que fueron testigos durante largos años de la rumia material en que quedó gran parte del convento, los perdonaron y jamás volvieron a signo de revancha mínima. No voy a ser yo quien lo haga y, menos aún, en este día y aprovechando el hermoso homenaje que les rinde la ciudad, de introducirme en lo que tristemente aconteció y sufrieron.

 Como decían sor Clara y dicen sor Francisca y sor Pilar, estando Dios misericordioso y bendito y nuestra Santa Madre Inmaculada por medio, también se fueron superando aquellos momentos y tiempos, incluidos los de escasez de la posguerra. Especialmente cuando, un día también de abril de 1950, desde el convento de Ávila, llegan la madre Teresa Cañizares, sor María Isabel Acero y sor Margarita que, con las hermanas de Alhama, entre las que se encontraban la jatareña Josefina Mediavilla, propician el nuevo y decisivo impulso que necesitaba el convento.

 Como bien comprendéis sólo se puede efectuar un esbozo de esta historia de más de cuatro siglos, pero, al menos, recordemos a hermanas de estas últimas décadas que aún tienen familiares vivos y que son también recordadas por personas mayores como: sor Margarita Pérez, madre Sacramento Pérez, madre Inocencia Raya, sor Dolores Valenzuela, sor San Antonio Monteagudo, sor Purificación Muñoz, madre San Francisca Jiménez, sor Remedios Luque, sor María del Rosario Velasco, madre Teresa Cañizares y, cómo no, sor Mercedes Olea, la penúltima en partir, y sor Clara de Alhama, todas, junto a sus antecesoras de más de cuatro siglos y sus sucesoras nuestras siempre queridas sor Francisca y sor Pilar, ya en lo mejor de nuestra historia alhameña y en esta plaza que le dedica la ciudad, por unanimidad de su Corporación Municipal.

 Dentro de unos días, precisamente este domingo se cumplirán los 70 años del ingreso de sor Clara en el convento, y en el próximo octubre, el día 13, cuatro de su partida a la Eternidad.

 Sor Francisca (Tere López) entrañable vecina cuando llegué a la vida, entró el día de las Mercedes, 24 de septiembre, de 1954, por lo tanto, este año cumple los 69; sor Pilar (Ana Villegas) ha hecho el pasado 5 de enero 65 años de aquel 1955.

  Chencha Serrano, a la que no podemos olvidar en esta breve crónica, “sor Inés”, como la nombraba nuestro inolvidable Manolillo, Manolo Martín Medina, “El Socio” en el que simbolizamos a todos los alhameños que siempre se han entregado al convento, como Marina Arrebola, Ana Ramírez y Paco Fernández Heredia.

 Repitamos lo que afirmamos y dejamos grabado en piedra con ocasión de aquella histórica conmemoración del IV Centenario de Constitución, por parte del Patronato de Estudios Alhameños, en el hermoso patio de entrada de este mismo convento:

“400 años unidos. - en el año de 1612 los cabildos y habitantes de la Ciudad de Alhama decidieron fundar el convento de las monjas de la regla de la gloriosa madre Santa Clara y desde entonces, durante cuatrocientos años, el Convento de la Inmaculada y Alhama han estado y están histórica, emocional y espiritualmente unidos”

 

Una plaza para disfrutarla

 
Los preparativos
 
 
 
La inauguración
 
 
 
 
 
 
 
 
Todos quisieron estar con sor Francisca y sor Pilar
 
 
 
 
 
 
 
 
 Una edición de Juan Cabezas.
 


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