Un equipo femenino y Maruchi Espejo, cuando el balonmano dio renombre a Alhama (I)


Fue un equipo excepcional de balonmano femenino. Adelantado a su tiempo. Sin medios ni posibilidades, la entrega y esfuerzo de las chicas que lo constituyeron lo hicieron posible y vencedor. Maruchi Espejo fue la mejor jugadora de toda la provincia de Granada en aquellos años y Mari Carmen Serrano la mejor portera de aquella década en este deporte.


 Por fortuna, ahora no sólo es necesaria. Es además sumamente normal, desde hace tantos años, la práctica de deportes por las jóvenes en Alhama.

Parte del grupo que realizaba el Servicio Social, con dos de sus instructoras que lo impartían, en una excursión en el Pantano de Los bermejales

 En mi juventud, puedo afirmar, que aquel histórico equipo de balonmano que tan grato recuerdo dejo tanto al deporte femenino en esta tierra como a esta misma ciudad, fue una verdadera novedad que vivió muy ampliamente el pueblo alhameño.

 Lo he recordado muchas veces, cada vez que se habla de aquella historia y de lo que se logró, pero poco ha quedado escrito de ello injustamente. Precisamente, que sepa, tan sólo unas crónicas de nuestro olvidable José Luis de Mena que, como con todo lo que tenía que ver con nuestro pueblo, también escribió sobre ello y le prestó su mejor atención.

Una clase de gimnasia en el Patio del Carmen

 Ahora, más de once lustros después, unos 58 años, de que se pusiere en marcha todo ello y viviera sus años de oro, de verdadera gloria y que diera tal prestigio a Alhama , además de ser cada encuentro en Alhama, un acontecimiento con el Patio del Carmen a rebosar , es hacer justicia recordar todo aquello y, concretamente, buscar a la persona que más tuvo y ha tenido que ver con esta historia por su entrega y creo, es lo que teníamos por firme y así nos lo confirmaban, como la persona más significativa del equipo, Maruchi Espejo Fernández, autora además del único documento-semipublicación escrito sobre aquella historia que denominó “Las niñas del balonmano”, buenos amigos desde jóvenes y esposa de unos de mis grandes amigos de toda mi vida, desde la niñez alhameña, Miguel Ramos Espejo, quien se ha quedado en lo mejor de los sentimientos que puede aquí sean de los que quedan hasta que nos llega el momento de iniciar el definitivo camino, nuestro siempre cariñosamente Michel, inseparables junto con nuestro inolvidable Francisco de Paula Pérez Morales, Paco Pérez, desde la misma niñez.

Parte del grupo inicial del equipo de balonmano, Luego de ahí quedarían sólo cinco. Aparece en esta foto la entrenadora e instructora y Trini, acompañante y entrenadora para siempre

 María, por aquellos años la conocíamos, generalmente, por Maruchi o Mari, más el primero que el segundo nombre, al menos fuera de su casa. En el bien realizado, documentado y concreto documento del que obtenemos tanta información deja bien claro ya en su introducción: “Que no haya dudas ni interpretación confundida –escribe-. Al elaborar este cuaderno, es mi intención recoger en un mismo documento todas las historias, fotos y recuerdos de un tiempo importante e inolvidable de mi vida, tal como ya las mantengo en mi memoria, y así espero que se entienda.

 Es lógico que cada una de mis compañeras tenga sus propias opiniones sobre estas historias y que en algunos casos puedan diferir de las mías, en otros, cada una tendrá algún detalle que añadir.

 A todas ellas está dedicado este trabajo con mucho cariño. Maruchi”

El equipo

Fotos de la ficha de las componentes del equipo

 Esas compañeras de las que habla a lo largo de todo su conseguido documento son las que constituían el equipo de Balonmano Femenino de Alhama de Granada:

Entrenadoras: Paquita Díaz Corral y Trinidad Molina Hita.

Porteras: María del Carmen Serrano del Pino y Rosario Martel Maldonado.

Defensas: María Luisa Velasco Martel; remedios Pérez Morales, y Carmen Ramos Espejo.

Centrales: Teresa Pérez Martel y María del Carmen Fernández Villegas.

Delanteras: María Luisa Ruiz López, Manoli Cerezo Retamero y María Espejo Fernández.

El equipo con el entonces alcalde de Alhama, Francisco Jiménez Zambrano, cuando ganó el primer trofeo, después vendrían muchos más

EL CAUCE PARA EL EQUIPO DE BALONMANO

 Es Maruchi la que concreta que el Servicio Social, entonces dependiente de la Sección Femenina, era un curso que constaba de dos partes de tres meses de duración cada una. La profesora tenía categoría de instructora de Educación Física, de Labores, de algunas otras materias, etc. “La primera parte era teórica; un repaso de cultura general como una serie de materas concretas en aquellos años de la mujer. En síntesis: ciencias, religión, cocina, costura, bordado, gimnasia, formación política, primeros auxilios, etc. Y la segunda, venía a ser una serie de prácticas, consistentes en alguna actividad que aportara algún beneficio a la sociedad, a este tipo de trabajo, que en estos tiempos se le podía llamar trabajo social, entonces se le llamaba “prestación””.

 Es en el año 1964 cuando, con la mano de la Sección Femenina, llega a Alhama el denominado Servicio Social. “Como solía ocurrir en cualquier lugar- nos dice Maruchi- donde las chicas no tenían otra cosa mejor que hacer, era lógico que hiciésemos el llamado Servicio Social, máximo si se sabía que, en el caso de querer trabajar en un futuro, este requisito sería imprescindible Así que un numeroso grupo de alhameñas allí estábamos: haciendo el Servicio Social.”

Los dos equipos que se acaban de enfrentar, el de Salobreña y el de Alhama. Al fondo puede apreciarse la clase de medios con los que contaban, realmente precarios y a pesar de ello se hicieron un gran equipo

 Tras efectuar esta primera formación, llegado el momento de realizar la denominada “prestación”, se expusieron distintas posibilidades, desde ayudar en el comedor del Auxilio Social, o en la misma Biblioteca Municipal, preparar un grupo de bailes regionales, actividades deportivas, etc.

 En el grupo en el que estaba incluida, se les ofreció la opción de poner en marcha un equipo de balonmano, que una vez terminado el Servicio Social, les diese de sobra para compensada la parte de la prestación a cumplir. Como nos concreta Maruchi, ese fue el principio del equipo de Balonmano de Alhama el que tanta gloria y elevado nivel consiguió para Alhama, como veremos en estos dos capítulos que consta esta sección de “Volviendo al ayer”. Precisamente constituyendo un equipo en el que nuestra interlocutora, buena deportista y constante persona, inteligente observadora -a pesar de sus pocos años juveniles- y la forma y personalidad avanzada de forma de pensar para aquel tiemplo, nos dice:

LA VOCACIÓN HACE LEYENDA

 Sí, es la realidad -a cada tiempo cada situación y a superarla con dignidad y acierto- así, al hecho de ver compensada la prestación y tener el certificado del Servicio Social en regla, lo del balonmano creo en toda ellas una vocación y acción deportiva hacia este deporte que duraría muchos años. Con el paso del tiempo se fueron agregando algunas jóvenes alhameñas más, aunque hasta el final estuvieron las mismas diez chicas que comenzaron aquel 1964 jugando con el equipo de las jóvenes -ellas hablaban siempre de niñas- de Salobreña en aquella feria alhameña de junio de aquel mismo 1964, entonces en nuestro denominado “Patio del Cuartel”, después “Patio del Carmen”, prácticamente volviendo a esa denominación histórica con el I Festival de la Canción de Alhama en 1966.

 En este “Volver al ayer”, ¡Y eso que yo soy de los que no se queda corto escribiendo cuando lo considero adecuado!, son los textos del cuaderno no Maruchi los que hay que recopilar y no dejarlos sueltos:

 “Es algo poco usual -escribe- el hecho de que unas niñas, todas entre catorce y dieciséis años, mantuvieran´ esa relación dentro y fuera del deporte hasta el momento en que una de ellas contrajo matrimonio y el resto, por unanimidad, decidió acabar esta época deportiva, pero no así la relación de amistad que se había forjado durante tanto tiempo, amistad que ha seguido viva y sigue hasta estos mismos años.

 En aquella época practicar deporte era cosa de mucha voluntad e imaginación y hasta sacrificio. No teníamos campo de deportes, entrenábamos unas veces en el Patio del Carmen, otras veces en la misma iglesia del Carmen -entonces s parte de ellas ocupada por maquinaria enorme de los molinos-, otras en la plaza de los Malagueños -en la Joya y que se usaba como Campo de Fútbol también-, por último en las Escuelas del Callejón. Siempre teníamos que estar pintando en el suelo las áreas y todo lo demás, algunas piedras para señalar las porterías, áreas, todo esto era una odisea, y todo lo demás. No teníamos chándal, los equipos no tenían ninguna elasticidad, las zapatillas eran malísimas.

 Por último tuvimos que hacer una rifa y pudimos comprarnos unos pantaloncillos cortos, “muy cortos”, de listillas azules y blancas de tergal y unos jerséis de perlé -todo lujo-, también pudimos tener unas porterías que nos hizo un carpintero: Tres palos con unos soportes para que no se volcaran, nada de redes ni otros extras.

 Recuerdo que cuando jugábamos en La Joya teníamos que transportar las porterías a diario desde la Plaza de Duque de Mandas hasta el Campo de Fútbol y viceversa, eso cada día, y no nos frenaba ni la hora, ni el frio en pleno invierno a las siete de la mañana, en Alhama que ya es algo, ni ninguna otra cosa”.

El equipo en Almuñecar, con su entonces entrenador

AQUEL PRIMER PARTIDO

 Cuando jugaron el primer partido, contra las chicas de Salobreña, como nos dice Maruchi, otro grupo de chicas en las mismas condiciones que nuestras paisanas, ellas vinieron a Alhama y cada niña paraba en la casa de una de las jugadoras alhameñas, al devolverles la visita el sistema de alojamiento era el mismo, vaya el inverso.

 “Nuestro primer viaje, creo que no olvidaremos nunca. Pienso que ese sentimiento es general, como también lo es que fue la primera vez que fue cuando la mayoría salimos de la tutela familiar. Además, era a un lugar que tenía plaza, ¿Qué más podíamos pedir? Pero es que, además, estuvimos de romería, estuvimos en la verbena, hasta nos echaron serenatas, realmente inolvidable y la amistad la mantuvimos a los largo de los años, aunque allí ganaron ellas muy justamente”.

 Así estuvo jugando durante varias temporadas el equipo femenino de Balonmano de Alhama. Los partidos de la “Liga”, se jugaban siempre en Granada, normalmente viajaban una semana sí y otra no. Se enfrentaron a equipos de Colegios Femeninos de la capital, a los Estudiantes de Magisterio, al Colegio de Guadix, al de Almuñecar, al célebre Club Medina de Granada, uno de los más destacados, o los de la Sección Femenina y Alférez Provisionales. Y luego el partido de vuelta lo jugaban donde les dejaban, Estadio de la Juventud, en la Hípica, en el Cristo de la Yedra y donde fuese posible.

 Los partidos amistosos los jugaban en sitios muy diferentes, en la pista de los Escolapios; la plaza del pueblo de Ventas de Huelma, la mismísima plaza de San Nicolás en el Albaicín, el Campo del Sexitano en Almuñecar, el mismo Paseo del Cines de nuestra Alhama y bastantes pistas improvisadas más. Jugaron campeonatos provinciales y regionales de Balonmano, y así viajaron a Almería, Málaga, Sevilla, etc. El equipo de Balonmano Femenino de Alhama de Granada, en no mucho tiempo se hizo con un nombre por toda la provincia, Andalucía y con algunas salidas más a otras regiones de España, como la misma actual Castilla-León, de lo que hablaremos la próxima semana y lo que llenó de orgullo a los alhameños en general.

María Espejo (entonces popularmente conocida por Maruchi Espejo) con su esposo, Miguel Ramos Espejo

 


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