Honrar a nuestros ausentes


Creo que esa es la idea que nos mueve a la hora de enfrentarnos a los actos y eventos que suelen acontecer por estas fechas.

 Desde acudir al cementerio a adecentar los lugares de reposo eterno de nuestros muertos, reunirnos con la familia a asar castañas y recordar anécdotas (siempre en el recuerdo son mejores los tiempos pasados) hasta rezar oraciones y misas los creyentes o esa oración laica que es hablar con nuestros seres queridos que nos faltan con la esperanza y la creencia de que, de algún modo, nos escuchan. Y no me digan que soy yo sólo el que lo hago. Muchas son las formas que podemos usar para demostrar y demostrarnos que aún recordamos a nuestros difuntos.

 En los últimos tiempos, aunque no tan últimos, se ha colado y, como el tetrabrik, ha venido para quedarse, la celebración que damos en llamar ‘jalogüin’, que ya sé que no se escribe así, pero bueno se me puede disculpar el desahogo de castellanizar al menos el nombre. Ya saben a lo que aludo, esa mezcla de carnaval, botellón, anuncio de las pelis de terror más truculentas y con mucha sangre. Y ojo, no tengo nada en contra ni del Carnaval de Alhama, ni de los botellones ni, por supuesto del cine de terror, aunque prefiero, con mucho los relatos cortos de genios como Le Fanu o Lovecraft y, lo que de verdad me gustaba, eran los cómics, que yo llamaba tebeos del tipo Vampus, Rufus, Dossier Negro y, redoble de tambor, Vampirella.

“Facundo con un farol”, que pude disfrutar un año, de lo que quedó constancia gráfica y escrita en esta misma casa

 Lo que sí me parece es que mezclar todo eso, que es diversión, sanísima diversión, con las fechas que deberían ser consagradas al silencio el recogimiento y la oración, es incongruente. O se festeja la vida y yo me apunto a lo que haga falta o se conmemora la muerte y yo lo hago a mi manera y añorando esos melones enfarolados y esas coplillas de “Facundo con un farol”, que pude disfrutar un año, de lo que quedó constancia gráfica y escrita en esta misma casa. VER AQUÍ.

 Tal vez fue únicamente un sueño, pero fue hermoso soñar que era posible dejar de lado lo que no nos es propio y regresar a lo nuestro. Tal vez el próximo año sea posible.


Y no es que me disguste por que sea una americanada ni mucho menos

 Y no es que me disguste por que sea una americanada ni mucho menos. Son muchas las cosas que de América vinieron que me gustan y de las que disfruto, desde la novela negra a la música bluegrass, pasando por los pantalones vaqueros o ese refresco de cola al que no haré publicidad y que sustituye a otras bebidas más nuestras, pero que son incompatibles con una razonable salud.

 Pero, en fin, cada cual disfrute de su tiempo como le acomode y honre a sus ausentes como mejor le perezca. Tampoco dejo de reconocer que esas noches del Tenorio en blanco y negro de la televisión de cuando éramos niños, resultaban particularmente tediosas. Y tardé años en relacionar la figura del que amparándose en:

“Clamé al cielo, y no me oyó.
mas, si sus puertas me cierra,
de mis pasos en la Tierra
responda el cielo, no yo”

 Se puso el mundo por montera y se dedicó a seducir novicias. El todo que todo (el tó que tó) estaba en la aparición fantasmal del Comendador. Más o menos.

 En todo caso, feliz festividad, celebren lo que celebren y lo hagan como lo hagan, que ”Aquí cabemos todos”.

 



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