Todos tenemos una queja o duda a exponer a Dios.
“- ¡Ay de aquél que quite la libertad a cualquier hombre!
- ¿Y cuándo es Dios el que la quita?
- Desde pequeños os amoldáis a unas ideas, a unas creencias religiosas, sin comprobar si son o no las verdaderas. Y si alguien, por cualquier razón, no las cumple o intenta demostraros que estáis equivocados, lo comparáis con el mismo diablo, y eso si no decís que es el mismísimo Belcebú encarnado… No olvidéis que a Dios le agradan más las personas sinceras y valientes, que las que únicamente se dedican a alabarlo y adularlo…” (De “La reclamación de Judas”,1969)
Creo que todos tenemos pendiente una “Reclamación de Judas” al Supremo Hacedor, quienes en el crean, o al Destino o la Providencia que nos ha puesto en este mundo. Podemos haberla planteado alguna vez, efectuándose de cientos de maneras, pero no hemos recibido aún la contestación concreta y, menos, definitiva a la misma, a pesar de que han pasado miles de años, ni la recibiremos, aunque esa “Reclamación de Judas” nos dure largo tiempo o, probablemente, toda nuestra existencia.
Así, en los inicios de 1969, tras el estreno de mi “Retorno a la vida”, en Alhama, en el Cinema Pérez, en doble función el 4 de enero, decidí y escribí mi queja o duda que ya me venía embargando o, por lo menos, una de ellas, plasmándolo ello mediante una obra de teatro en un sólo y denso acto, “La reclamación de Judas”.
Concluida, o eso creía yo ya que jamás mientras la persona sea tal se concluirá medianamente la cuestión, se la pasé al Grupo Experimental de Teatro de Málaga, con sede en Peña Malaguista -entonces la entidad de cultura popular más importante de toda la provincia malagueña-, que con tanto acierto dirigía Manolo Moreno y que contaba con un buen elenco de actores, entre los que se encontraban Manolo Rodríguez, compañero y amigo en las tareas de prensa, y el experimentado en estas lides Antonio Paniagua.
Cuál fue mi sorpresa cuando me llamaron e indicaron que, por unanimidad de todo el Grupo Experimental, se había acordado la representación de mi obra y que se haría abriendo el II Plan de Promoción Cultural -de junio a diciembre de aquel 1969- patrocinado por Cultura Popular y Espectáculos del Ministerio de Información y Telurismo dentro del estreno a nivel nacional que proponía cada provincia.
Se eligieron los actores y se fueron previniendo fechas posibles para ensayos y días de estreno y representación en el Salón Noble de la indicada entidad malagueña, en pleno corazón de la capital malagueña. Decidiéndose que sería el sábado 7 de junio, dándose así la posibilidad de representaciones en sucesivos viernes y sábados de aquel mes antes de San Juan.
Seguí la mayoría de los ensayos que se efectuaron, como es lógico sobre la misma marcha se cambió algún texto o escena de la obra, sobre todo por la época en la que vivíamos y como podía sentar a “alguna autoridad competente”. “Suavicé” algún planteamiento que estaba seguro que no caería nada bien a representantes del llamado Movimiento ni de algún sector más conservador de la Iglesia Católica.
Llegó el día de su estreno, el 7 de junio de 1969 -ayer hizo exactamente 53 años-, con una gran expectación, es lo cierto y como puede observarse por las amplias informaciones y notas de toda la prensa malagueña, tanto de los periódicos como de las tres emisoras que cubrían capital y provincia. Fue tal la reserva de invitaciones que ya, para el día siguiente, domingo, se estudió la posibilidad de una nueva representación, lo que a mí no me venía nada bien ya que teníamos las entradas para la Plaza de Toros de Granada, donde tomaba la alternativa el torero alhameño Santiago López Márquez.
Por supuesto que yo no estaba nada tranquilo, a mis 21 años, me daba cuenta, cada vez más, que me había metido en una cuestión interminable y muy controvertida a lo largo de los tiempos, de siglos y hasta de milenios, por la que muchos habían sido llevados a la hoguera por La Inquisición o condenado por la misma Iglesia, en toda Europa y a lo largo y ancho del Nuevo Mundo. Y a mí me la podían dar y bien, al no tener la propicia preparación teológica para el debate, totalmente abierto a todo el que quisiese intervenir, previsto para tras la representación de la obra. Interviniendo dos intelectuales excepcionales ya, como el sacerdote especialista en Teología Antonio Muñoz Sedano y el psiquiatra, ya con prestigio a nivel nacional, Vicente Gradillas, todo ello con la coordinación de mi compañero y amigo José Luis Navas, de tan grato recuerdo, entonces locutor de Radio Nacional de España con proyección en todo el país.
Llegó el día y todo salió muy bien, al menos para mi gusto, para el del Grupo de Teatro y para la inmensa mayoría de los cientos de personas que asistieron, aunque, como observarán, ya en el debate se lió una buena y muy interesante, como observaran por la transcripción de las crónicas y críticas teatrales que se publicaron a continuación por parte de la totalidad de los diarios malagueños. Personalmente, no olvidaré jamás la postura del doctor en Ciencias y gran intelectual malagueño don Modesto Laza Palacios que, apreciándome ya como redactor de “Sol de España”, “no estaba de acuerdo con mis planteamientos, pero que defendieron como adecuados y bien planteados tanto el doctor y sacerdote entonces Muñoz Sedano como el doctor Gradillas y, al final, además de la práctica totalidad del público que intervino, el mismo doctor en Derecho Rafael León Portillo, magnífico escritor y poeta, en aquellas fechas teniente-alcalde de Cultura del Ayuntamiento de Málaga.
Sobre todo se ha de tener en cuenta que el desarrollo de la obra y como se veía a la altura de aquel tiempo, ya digo que ayer mismo hizo más de medio siglo, ha cambiado todo –siendo una cuestión intemporal y milenaria- si nos referimos en concreto a la expresión y planteamiento de ideas, de pensamientos y criterios que tenían que pasar por la censura, con pocas posibilidades para exponerlo con auténtica libertad y, sobre todo, debatirlos abiertamente en público y de la manera que tan calurosamente, en diversos momento, se hizo. Por ahí quedan varios entrañables amigos malagueños y algunos alhameños que asistieron y recuerdan todo esto, como Pepe Maya y Manolo Cortés.
Así, amigo lector, creo que lo más apropiado es que yo no comente aquello. Sí que se transcriban críticas teatrales e informaciones sobre la obra y su estreno. Aquel mismo año ya había estrenado en enero, como digo, otro drama en Alhama y, en diciembre otra pieza teatral, también en un sólo acto, “Frio de Navidad” en Málaga. Al año siguiente, me llegó la mili y quién me iba a decir a mí que la última obra que iba a escribir iba a ser en ella, en Madrid, con ocasión de la festividad de la Patrona de la Infantería y de España, la Inmaculada Concepción, denominándola “Aquel soldado” e interesadamente escrita para conseguir una de las cosas que conllevaba el primer premio del concurso convocado por el Regimiento “Saboya” de la División Acorazada: el mes de permiso de toda la Navidad, el único que sabía que no se me podía conceder dentro del gran “enchufaso” que tuve en mi tiempo de “soldado raso”, eso ya lo contaré otro día.
MANUEL MORENO: “HACER PENSAR Y MEDITAR”
El experimentado director teatral Manuel Moreno, director del Grupo Experimental de Teatro de Málaga y quien dirigió la puesta en escena mi drama, escrito prácticamente con veinte años, escribió, como presentación en el excelente programa de mano que se preparó, lo siguiente:
“Con el estreno de esta obra, el Grupo Experimental de Teatro abandona el campo el acampo de la comedia alegre, jovial, de evasión, que hasta ahora ha sido la principal temática de sus realizaciones escénicas. Venimos, hoy, de la mano de un autor joven y valiente a hacerle a ustedes pensar y meditar, a lo largo de la duración de la pieza, en uno de los problemas más interesantemente radicado en el pensamiento de todos aquellos que, en algún momento de su vida han intentado sondear en los Misterios de la Fe: la predestinación del hombre. El autor, valiéndose de una licencia teatral, se ha servido de Judas, como uno de los personajes más contrastados del Drama de la Pasión, para presentarnos al Hombre agobiado bajo el peso de la Fatalidad, negada por nuestra Religión Católica y que, sin embargo, preside en tantas otras los actos humanos.
A través de Judas, llega a todos nosotros la pregunta que parece derrumbar los cimientos del espíritu religioso de la Cristiandad: ¿Viene el hombre al mundo con su final previsto y señalado de antemano? Si es así, ¿qué Dios inmisericorde es el que se vale del Mal, sin evitar la caída de su propia criatura, para que prevalezca el Bien que El mismo predicó.
No hay respuesta en la obra para esta o pregunta, sólo se opondrá a este rebuscar del hombre en lo insondable de los designios divinos, la Caridad y la Fe, personificadas en un simple cura, párroco de cualquier parte, no teólogo brillante, sino humilde y conocedor de almas por prácticas de confesionarios que, a pesar de todo, defiende al hombre, lo justifica y absuelve porque ha llegado a comprender que por un camino oscuro y lleno de penalidades físicas y morales, ese hombre va buscando a un Dios de misericordia y de paz.
La respuesta humana a esa pregunta de Judas la podrán dar ustedes mismos, una vez terminada la representación, según se la dicte a cada cual su propia conciencia.
Favorable o desfavorable, queremos su opinión en el coloquio que seguirá la actuación del Grupo.
Sólo así podremos saber si está justificado que el autor escribiera su obra y que nosotros la hayamos puesto en escena.”
DIARIO IDEAL: “¡BUENA LA HA ARMADO!”
El bien recordado crítico de arte de “Ideal” Manuel Adarvez, bajo el título “Estreno de la obra dramática “La reclamación de Judas” y el subtítulo “Es original del autor granadino Andrés García Maldonado”, escribió en su crítica, publicada el día 10 de junio de 1969 -aunque al mismo día siguiente en una breve alusión informaba: “Ayer, en Peña Malaguista, Andrés García Maldonado, ese joven escritor, redactor y autor teatral, estrenó con pleno éxito su obra “La reclamación de Judas”- :
”¡Buena la ha armado el escritor granadino Andrés García Maldonado al presentarnos “La reclamación de Judas”! Decimos que la ha armado porque la obra se presta a la polémica, a la discusión. Podrá tener razón o no el autor; pero no cabe duda que al plantear el “caso” a la consideración de los demás, éstos indefectiblemente, han de sentir el impacto de la tesis expuesta.
Andrés García Maldonado nos viene a decir, poco más o menos, lo siguiente: Jesús en un pasaje de su Pasión, dice: “Todo estaba escrito…” Teológicamente hay que aceptar esta consideración. Todo estaba escrito y, por lo tanto, lo que sucedió fue impuesto por el Padre Eterno; el drama y la pasión de su Hijo, como la actuación de cada uno de los personajes de aquel momento final de la gran tragedia. Cada uno cumplió el papel asignado: Pilatos, condenando; Pedro, negando, y hasta Dimas obtuvo un perdón conseguido en última instancia. Pero Judas Iscariote, que cumplió su papel de traidor en el gran teatro del mundo dejó de recibir su parte buena que le correspondía por su actuación en el drama y, como es natural, nos presenta su reclamación.
Para esto Andrés García Maldonado saca a escena a un pobre demente que se cree el mismo Judas Iscariote y que reclama al cura de una parroquia que lo mismo que “sus” hermanos los apóstoles, él tiene y reclama el derecho a ser puesto en un altar, ya que gracia a su “trabajo” pudo Cristo llegar a ese final que ya estaba escrito. Aduce que el precepto divino dice: “Ay de aquél que quite la libertad a cualquier hombre”. Y se pregunta a continuación: “¿Y cuándo es Dios el que la quita? ¿Por qué él se vio privado de esa libertad a la que tenía derecho?”. Esta pregunta el autor la deja en el aire, y hace bien pues ello nos da lugar a pensar y, ¡cómo no!, a que cada uno vayamos contando los “talentos” que nos fueron entregados junto con nuestra libertad.
La obra es un permanente dialogo entre la soberbia y la humildad, la intransigencia y la templanza, entre el bien y el mal, imponiéndose al final la razón, que en este caso expuesto es precisamente lo contrario, ¡pues se trata de un loco!
Seguidamente, el crítico Manuel Adarvez elogiaba la dirección de Manuel Moreno que había conseguido un completo éxito, por la gran desenvoltura escénica sabiendo contar con dos excelentes actores como Antonio Paniagua en el papel de párroco y Manuel Rodríguez en el de “Judas”, “El mutis de la penúltima escena de un dramatismo intenso caló en el público”; los demás actores, Joaquín Rodríguez, José Miguel de la Rosa, Miguel Mesa y Antonio Martos, cumplieron en sus fugases intervenciones.
“El público aplaudió al finalizar e inmediatamente tuvo lugar un coloquio siendo moderador del mismo José Luis Navas, el cual hizo preguntas al señor García Maldonado; al sacerdote Antonio Muñoz Sedano y al médico psiquiatra don Vicente Gradillas. Cada uno expuso su punto de vista en relación con el asunto representado. Varios espectadores, así mismo, tomaron parte en el coloquio y al terminar, éste, el autor señor García Maldonado, fue muy aplaudido y felicitado por el numeroso público que llenaba el local”.
José Luis de Mena, buen amigo y quien me llevó con él a Málaga, también escribió varias noticias y comentarios sobre la obra y su estreno, por supuesto, todos ellos muy elogiosos como cuantos publicó en relación a mí siempre, siendo más fruto de su afecto que de mis méritos.
DIARIO “SUR”: UN ÉXITO EN GENERAL
Al mismo día siguiente del estreno el diario “Sur” -como ya hemos indicado-, con ilustración gráfica y todo adelantaba bajo el título de “Se estreno “La reclamación de Judas”, de Andrés García Maldonado”, con la siguiente información: “Anoche el Grupo Experimental de Teatro de ensayo puso en escena la obra “La reclamación de Judas”, de la que es autor Andrés García Maldonado. Ante un numeroso y selecto auditorio se representó esta obra del joven autor de Alhama que constituyó, tanto para él como para los intérpretes, un auténtico éxito por el que le felicitamos cordialmente como asimismo al Aula de Cultura de Peña Malaguista por su brillante y eficaz labor de difusión cultural”.
El crítico y académico José Mayorga, especialista en teatro y cultura en general, publicó el día 11 de junio, bajo el título “Estreno de la obra “La reclamación de Judas, de García Maldonado” y subtítulo “La actuación de Manuel Rodríguez y el coloquio, un notable éxito”:
“… “La reclamación de Judas”, de Andrés García Maldonado, joven escritor, que cuenta ya en su haber con varias obras estrenadas, es una obra difícil, moderna y valiente. Presenta el grave problema de la predestinación, bajo un demente que se hace pasar por Judas reclamando un altar a un párroco. Judas sería el patrón de los rateros, de miles de amantes… como se apunta en la obra. Pero ese Judas sólo era de la invención de un loco que hizo dudar de su fe al mismo sacerdote.
DIARIO “SOLDE ESPAÑA”: “BRILLANTE ESTRENO”
Fue Antonio Cañete, persona culta y buen periodista también en Radio Nacional de Málaga, quien hizo la información y crítica literaria sobre la obra en “Sol de España”, que publica el día 10 de repetido mes, bajo el título a tres columnas “Brillante estreno de “La reclamación de Judas”, de García Maldonado” y el subtítulo “Manuel Rodríguez desbordó los límites de lo amateur, en una interpretación genial”:
“Lástima que el aforo no hubiera sido mayor para ser más contundente este éxito de “La reclamación de Judas”, obra de nuestro querido compañero Andrés García Maldonado, estrenada por el Grupo de Teatro Experimental…, bajo el patrocinio de Cultura Popular y Espectáculos del Ministerio de Información y Turismo.
“La reclamación de Judas”, es una obra moderna, valiente, en la que se plantea de una forma muy directa, y sin muchas concesiones y reparos, el problema de la predestinación a través de su personaje principal, Judas, quien reclama un altar en una iglesia a un párroco, que duda de sí mismo, de si Judas merece o no su altar, su nombramiento de santo. Es un dialogo angustioso hasta descubrirse la identidad de “San Judas” al final de la obra, con la entrada de unos loqueros. Judas no era más que un loco. No obstante, ha dado pie a pesar en el planteamiento del papel real de Judas…
“...La obra queda muy bien marcada, muy interesante, sin que en ningún momento deje de apasionar. Con “La reclamación de Judas” García Maldonado se apunta un estreno más con el respaldo del éxito y la obligación, pues, de seguir escribiendo y afianzándose en esta carrera teatral”.
Tras elogiar a todos los actores y en especial al protagonista Manuel Rodríguez, así como a la dirección, en la amplia crónica del estreno habla del coloquio que tuvo lugar tras la representación que, sin lugar a dudas, jamás lo olvidaré, fue vivo, interesante y en más de una ocasión realmente caliente: “Al final de la obra hubo un interesantísimo coloquio. Actuó de moderador José Luis Navas, interviniendo el sacerdote especialista en teología Antonio Muñoz Sedado -hoy una eminente figura intelectual a nivel nacional-, el psiquiatra Vicente Gradillas -otra eminencia científica ya y mucho más en nuestros días igualmente a nivel internacional- y el autor de la obra, Andrés García Maldonado.
Muy encendido llegó a estar en algunos momentos el coloquio,… hubo preguntas de todos los tipos. Acertadas y otras más bien “puntillosas”, éstas últimas dirigidas al autor, siendo contestadas por el mismo y aclaradas suficientemente….Muy acertada estuvo la participación de una señorita, quien se levantó para agradecer al autor haber expuesto abiertamente ese problema y como lo había presentado…la sorpresa de la intervención del doctor en Derecho y concejal de Cultura de Málaga Rafael León Portillo, que compartiendo el planteamiento del autor vino a cerrar el singular coloquio, donde radicó el éxito de la obra en la forma que interesó al público. Con ello se puso el punto final a un estreno, discutido, como las buenas obras y que ha reflejado la elegancia y estilo de un escritor nuevo e inquieto como es García Maldonado.
“LA TARDE”: “ÉXITO EN EL ESTRENO”
Francisco Javier Bueno, en el diario vespertino “La Tarde”, el 11 de junio, bajo el título “Éxito en el estreno de “La reclamación de Judas”, de Andrés García Maldonado” y con el subtítulo, “Tanto Manuel Rodríguez como Antonio Paniagua estuvieron muy acertados”, escribió una amplia información que, entre otras cosas, decía:
“…tuvo lugar el estreno absoluto de la obra en un acto “La reclamación de Judas” en un acto, original del joven autor, granadino de nacimiento y vocación y malagueño de adopción, Andrés García Maldonado.
…en esta pieza, el dramaturgo ha ido demasiado lejos en su problemática, en la complejidad de los problemas tratados, en su mezcla de teología, filosofía, moral, psiquiatría, sinceridad, hipocresía, fe, etc.
El tema, la base argumental, la idea inicial, no sólo nos parece buena, interesante y transcendente, sino que humana, literaria y teatralmente, nos parece acertado su enfrentamiento y confrontación desde un escenario.
Ese problema que nos angustia, que nos acongoja, que nos deprime, que nos atenaza… Ese problema de la predestinación y la libertad, que se nos presenta con la misma fuerza y la misma intensidad; sin posible aclaración, sin posible luz que clarifique; sin más respuesta que una inmensa fe por nuestra parte. Este problema, repetimos, tiene fuerza dramática. Quizá demasiado para ser tratado por un dramaturgo que no sea, a un tiempo, teólogo.
…Quizá sea en esa valentía donde esté, a nuestro modesto juicio, uno de los aciertos mayores de su autor. García Maldonado toma el tema y lo plantea sobre un escenario con mucha valentía, con mucho entusiasmo, con mucha entrega, quizás ignorando, por tener ahora tan sólo 21 años, la carpintería teatral.
Tal vez, para poder juzgar sus posibilidades como dramaturgo hay que conocer algunas obras más salidas de su pluma joven e inquieta y de indiscutibles valores.
De todas formas, la experiencia de esta “La reclamación de Judas” resulta interesante. Interesantísima. Como Interesantísimo fue el coloquio que siguió a la representación… un dialogo vivo -punzante en ocasiones-, en el que participaron numerosos asistentes, lo que demostró el vivísimo interés con que fue seguida la representación.
Respeto a los intérpretes del Grupo Experimental (Teatro de Ensayo) destacamos, en primer lugar, a Manuel Rodríguez, que encarnó un “Judas” convincente, y a Antonio Paniagua, que mantuvo el peso de la obra, como los demás intervinientes y la dirección que estuvo a cargo de Manuel Moreno, quien llevó a buen ritmo el drama”.
Un momento del interesante coloquio |
Lógicamente, por nuestra parte, en los magníficos programas y notas de prensa que se hicieron se indicaba que era dentro del II Plan de Promoción Cultural patrocinado por la indicada dirección general de Cultura Popular y Espectáculos del Ministerio de Información y Turismo. Con la antelación exigida presentamos los tres ejemplares a la censura previa obligatoria de toda obra a publicar o representar en la Delegación del indicado ministerio y resultó que no se concedió el permiso para su representación, prohibiéndose la misma así como su publicación, aquél mismo sábado, lo que eludimos, aunque no pudimos salvarla para las representaciones posteriores previstas, además de que a mí me tuvo que echar una mano para que no llegase la cosa a mucho más, el mismo gobernador civil de Málaga, Ramón Castilla Pérez. Esto merece también una sección aparte, cuando recuerde mi relación y anécdotas con los gobernadores civiles de Málaga en mi condición de agregado informativamente por mi periódico a los centros oficiales, comenzando por el Gobierno Civil de Málaga.
Aquel mismo mes de junio de 1969, once días después del estreno de “La reclamación de Judas”, el día 18, fallecía una entrañable y querida persona en Málaga, el ingeniero industrial jefe de los Servicios Técnicos del Ayuntamiento así como profesor de la Escuela de Peritos Industriales de Málaga, don Francisco de la Torre Acosta, casado con doña María Victoria Prados, descendiente de alhameños, padres del actual alcalde de Málaga, el querido y reconocido política y humanamente Francisco de la Torre Prados. Al que conocí en el entierro de su padre al que yo ya llevaba más de un año prestándole mi colaboración posible en pro de conseguir centros superiores de enseñanza universitaria para Málaga, quien me distinguió con su aprecio y convirtió junto a otros ilustres y destacados malagueños en jefe de Prensa de la Asociación de Amigos de la Universidad de Málaga –institución fundamental en mi sentimiento de malagueño de Alhama- a la que pronto Paco de la Torre se incorporaría y comenzaría a desarrollar una extraordinaria labor que ahora, al cumplirse en este año los cincuenta de la creación de la Universidad de Málaga, destaco como la más importante y decisiva persona, ya como el presidente más joven de una Diputación de toda España poco tiempo después -siguiéndole la del buen alcalde Cayetano Utrera Ravassa- de las muchas que muy acertadamente se llevaron a cabo por diversas autoridades y representaciones, comenzando por las de la Asociación citada, así como por tantos y tantos habitantes de toda la provincia malagueña. Comenzando nuestra estrecha amistad que, desde entonces, lo único que ha hecho ha sido crecer más y más, como bien lo ha demostrado ya reiteradamente con su aprecio a Alhama, la ciudad de algunos de sus antepasados. De ello hablaremos oportunamente.
Otro momento del coloquio que se desarrolló casi durante una hora |
De la representación de “La reclamación de Judas”, con el claro y revelador coloquio que le siguió, se habló durante un tiempo, hasta el punto de que cuando fui candidato a la alcaldía de Málaga, por el partido de Adolfo Suárez y de Francisco de la Torre Prados, la UCD, en 1979, mi entrañable mejor amigo malagueño Adolfo Crespo Ruiz de la Herrán -que íbamos juntos en la lista a aquellas primeras municipales democráticas, después de haber sido vicepresidente durante los años que ostenté la presidencia del Liceo-, propuso en la prensa, claro está, como estrategia electoral: “que se volviese a representar la obra para que se supiese aún mejor públicamente quien era su autor, además del más joven de todos los candidatos a la segunda más importante alcaldía de toda Andalucía y el más joven de los presidentes que había tenido el histórico Liceo de Málaga”. Naturalmente, ya no daba lugar a preparar una digna representación de la obra.
Y, con todos los respetos y consideraciones debidas, “mi queja o duda” sigue en pie 53 años después, aunque cada vez más cerca de que me sea definitivamente contestada.
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