Se jubila el zafarrayero del diario Jaén


Ignacio Frías Abarca ha pasado treinta y tres años en este periódico convirtiéndose en toda una institución.

Así lo destacaba el propio diario:

Diario JAÉN dice adiós a un periodista en estado puro

La 'Sala 80 Aniversario' acoge el acto de despedida de Ignacio Frías Abarca, que se jubila tras más de tres décadas como redactor del periódico, desde donde le ha dado voz a toda la provincia


 Sentido adiós a más de tres décadas de Periodismo en estado puro, como él mismo lo define. Manuel Ignacio Frías Abarca alcanza su jubilación y lo hace en la que fue, es y será su casa, su JAÉN, el periódico donde ha jugado a juntar letras hasta confeccionar crónicas, noticias, reportajes y entrevistas con los que ha ilustrado la historia y las vivencias de una provincia y sus gentes.

 Por este motivo, la Sala 80 Aniversario del rotativo provincial acogió un íntimo, pero cálido homenaje a quien tantas veces dejó impresa su firma en el encabezado de cada cuerpo de texto. Algunos de sus compañeros le dedicaron unas sentidas palabras, tanto, que parecían extraídas del mismo corazón, razón por la que Ignacio Frías no pudo contener la emoción durante su discurso.

 Así lo admitió unos instantes antes de dar un triple gracias al presidente de DIARIO JAÉN, S. A., Eleuterio Muñoz; al director del periódico, Juan Espejo; a las adjuntas a la Dirección, Ana Gómez y Manuela Rosa, y a todos los compañeros, tanto presentes como ausentes.

 “Han sido 33 años, media vida, compartiendo con vosotros, los que estáis y los que se fueron buscando nuevos horizontes laborales y personales, los gozos y las sombras de la profesión más bella del mundo: el Periodismo en su esencia más pura, también la más genuina respecto a su origen, como es la prensa escrita”, comenzó Frías Abarca, quien continuó con esas inquietudes que le hicieron decantarse por dibujar su futuro con los trazos del Periodismo, una profesión que escogió en sus años de Bachillerato tras leer en la revista “Blanco y Negro” un artículo de Francisco Umbral que se titulaba “En todas partes cuecen habas”. “Hablaba, porque los escritos hablan, de no sé qué movida de la Unión Soviética. El maestro Umbral y su preclara visión y forma de expresarse fue siempre un referente. También lo fue García Márquez, quien además de escritor, como se sabe, fue periodista y leer sus artículos me producía un gozo tipo ‘Vivo sin vivir en mí’”, confesó un avezado periodista que de pequeño era muy buen lector, pero que eso de escribir no se le daba tan bien como ha demostrado, y con creces.

 “Siempre, desde mi infancia, fui un buen lector. A los diez años había leído ‘Las mil y una noches’ y una antigua versión escolar de ‘El Quijote’, así como infinidad de tebeos del Capitán Trueno, Mortadelo y Filemón y el T.B.O., que le dio nombre al género. Leía mucho, pero lo que era escribir, cero, ni papa, entre el colmo y el vacío yo estaba en la nada de nada”, reconoció.

Se podría decir que la gota que colmó el vaso fue la vergüenza que le hizo pasar uno de sus maestros. “En el concurso escolar de Coca Cola, el profesor de Literatura, tras leer mi infame redacción, proclamó a los cuatro vientos para mi bochorno público que mi escrito era lo más horroroso que había leído en su vida y que para aprobar la asignatura debía entregarle una redacción cada día. Como nunca me dijo de qué iba la cosa, pues suspendí”, prosiguió Frías, a quien de perlas le vino el cambio de instituto. “Como Pablo y su caballo Lucero, el de Tarso, me cegó el rayo que no cesa y comprendí en un pis pas la quinta esencia intrínseca de la Literatura Universal”, recordó el periodista, que tras llegar a sus manos un fragmento de El Quijote y darse cuenta de la retahíla de palabras que utilizaba Cervantes para decir una sola: amanecer, se le abrieron los poros del entendimiento y ya fue todo rodado.

 “Leer ese mismo curso a Umbral y querer ser periodista, dicho y hecho, una profesión que me ha permitido sentirme orgulloso de mi trabajo”, aseguró un hombre obligado a frenar por la emoción del momento. Continuó: “Empecé en ella durante mis años de universidad como colaborador del suplemento dominical de ‘El Periódico de Catalunya’, luego, ya con el título, trabajé en la redacción de ‘El Día de Granada’ y de ahí pasé a Diario JAÉN, donde he podido desarrollar toda mi vida laboral, hasta ahora que he tramitado mi jubilación, de hecho, siempre consideré a Diario JAÉN y a mis compañeros parte de mi familia porque durante tres décadas pasé más tiempo con vosotros que con mi propia familia, y en ese recorrido curricular, estando en este periódico, también fui corresponsal de El País y de La Vanguardia”.

 Antes de terminar, quiso tener un recuerdo muy especial con aquellas personas que disfrutaron alguna vez leyendo sus crónicas, reportajes y artículos. “Eso es impagable, ya que produce la máxima de las satisfacciones”, afirmó.

 Un periodista de pro que además de aprender enseñó y que deja en sus compañeros un poso de buenos recuerdos, imborrables de la memoria, que quedarán siempre para rescatar una sonrisa en los momentos más difíciles.


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