Barcelona, finales de los años sesenta.
- Hola, Tere, ¿está Manolo?
- Sí, pasa.
- Buenas tardes, ¿Has encontrado algo?
- Todavía no – respondió Manuel, que sabía que le estaba hablando del trabajo. Había terminado donde estaba hacía tres días.
- En el solar que hay al lado de donde estoy han empezado a replantear esta mañana. Si quieres, llégate a preguntar.
- Esta misma tarde. Gracias por avisar.
- De nada, para eso estamos. Bueno, me voy, que si no voy a tener que comer a “uso pavo”.
Al rato se llegó al solar y vio al que parecía el encargado:
- Buenas tardes, ¿es usted el encargado?
- Efectivamente.
- Parece que van a empezar a edificar ya.
- Así es.
- ¿Van a necesitar personal?
- De aquí a un mes, más o menos, si harán falta unos cuantos. De momento lo que estamos buscando es un operario para una dragalina. Mañana vendrá el especialista a empezar a montarla. Usted no sabrá manejar una, ¿verdad? Si supiera, lo ayudaba durante algunos días en el montaje y se quedaba al cargo.
-Pues sí. He estado unos meses con una.
- En ese caso preséntese aquí mañana a las ocho con el carnet de identidad y la cartilla del seguro y el técnico le irá diciendo lo que tiene que hacer.
- Me voy a la oficina. Hilario, ya le vas explicando a Manuel y os ponéis manos a la obra.
Cuando se fue José, Manuel se sinceró con Hilario:
- La verdad es que no sé manejar un trasto de estos, he dicho que sí para estar por lo menos unos días. Si mientras se monta y se prueba me puedes explicar a manejarla te estaría muy agradecido.
- No es complicado, pero exige mucha concentración.
- Concentrado hay que estar siempre para poder dar de comer a los hijos.
Pasado apenas mes y medio Manuel y Teresa vieron un piso de 45 metros cuadrados que quizá pudieran “roer”. Con lo que tenían ahorrado les faltaba poco para la entrada.
- Si te pudieran dar un anticipo… - dijo Teresa.
- Llevo poco tiempo, pero por probar nada se pierde.
Manuel se lo planteó a José:
- Anda que ha tardado en empezar a pedir cosas- respondió.
- Es una oportunidad que está a mi alcance. Ustedes me deducen todos los meses lo que vean bien.
- Preguntaré a los jefes, pero no le prometo nada.
- Entre – y a continuación le tendió un sobre y una carpeta y le dijo simplemente:
- Cuente y firme.
Alguna que otra vez le decía que fuera con él para ayudarlo en alguna faena concreta en otra obra:
- Hoy nos vamos a Badalona.
- Pues yo no he echado ni comida ni dinero, tendrá que darme algo.
- Usted siempre pidiendo, cualquier día va a la puta calle.
- En la puta calle estoy todos los días desde que salgo de mi casa.
Algunos años después el hijo mayor de Manuel, Fernando, acompañó a su padre a la obra un sábado por la mañana. Tenía once años y aunque no era muy alto, tenía una espalda enorme y un aspecto muy fornido. Al poco rato llegó José y se quedó mirando a Fernando:
- Manuel, usted siempre quejándose de lo duro que es criar a los hijos, pero este muchacho no tiene pinta de pasar hambre.
- Por eso mismo, porque reclamo mis derechos y gano mi semanada, está muy bien criado, pero mis sudores me cuesta.
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