En mi opinión, con los medios tecnológicos con los que contamos hoy en día, algo se podría y debería haber hecho, y más tratándoselos de la fiesta más emblemática de nuestro pueblo.
El problema es que Alhama lleva sin disponer de un agente sociocultural desde el pasado mes de julio y, si bien es cierto que estamos en pandemia y esto es una maravillosa excusa para todo, el Ayuntamiento sí ha ofertado una plaza de auxiliar turístico cuando la oficina de turismo lleva meses cerrada y emplean a uno de sus técnicos en leer contadores y otros menesteres no relacionados con su cualificación. Esta plaza que han ofertado tiene truco, y es que en las bases añaden la coletilla de que la persona seleccionada podrá desempeñar funciones en la bolsa de trabajo de agente sociocultural.
El problema soy yo
¿Cuál es el problema entonces? Pues el problema soy yo, tras la renuncia de Amador Aranda, último agente sociocultural que tuvo Alhama desde febrero a julio del pasado año, el siguiente en la bolsa de trabajo, y el que sacó la nota más alta en el examen de la oposición era yo, Pedro Martín Fernández. Pero el Ayuntamiento en vez de llamarme para ocupar el puesto de trabajo, que según la resolución del tribunal me podría corresponder, decidió renunciar al programa de Diputación al que pertenece dicho puesto. ¿Por qué? Pues se ha escuchado que estoy muy identificado con la izquierda o que tengo la “boquilla muy larga”, y aunque esto pueda ser verdad, la realidad es que este equipo de gobierno, con su alcalde al frente, utilizan el poder que el pueblo les ha dado tanto para sus venganzas personales como, presuntamente, para sus favores empresariales, olvidándose que en realidad están al servicio de todos sus ciudadanos y no para su lucimiento o sus intereses personales.
Que no le gusto al actual equipo de gobierno de Alhama es algo que está claro y que tampoco me quita el sueño, ni he sido el primero con el que toman represalias políticas por temas personales ni voy a ser el último, eso sí, con la complicidad de todos sus votantes, porque estas vergonzantes situaciones suceden desde hace más de una década. Pero a este Ayuntamiento tampoco le gusta el Carnaval, y concretamente lo que más le disgusta son las comparsas, y así lo reconoció nuestro alcalde, Jesús Ubiña, hace unos años, cuando en un pleno, y con una actitud algo encrespada, acusó a los compositores de las letras de parapetarse detrás de la agrupación (como si no supiera todo el mundo quienes somos) o incluso la misma página web del Ayuntamiento, calificando a una comparsa, que el único objetivo que tiene es animar las calles del pueblo en Carnaval, de estridente.
Han conseguido que cada vez menos gente participe de nuestra fiesta más emblemática
El interés en el Carnaval que ha mostrado este Ayuntamiento se refleja en la promoción y la inversión que ha hecho de éste en los últimos años, consiguiendo que cada vez menos gente participe de nuestra fiesta más emblemática, que cualquier domingo soleado del año haya más ambiente en la Placeta que el primer domingo de Carnaval, que el lunes sea responsabilidad exclusiva de los centros educativos y que el martes haya quedado como un estorbo carnavalero al haber prescindido de los emotivos homenajes que se realizaban este día a los antiguos carnavaleros, a los que tanto se les debe y que tan poco reconocimiento tienen.
Este año el coronavirus les viene de lujo para quitarse el Carnaval de en medio, aunque como decía al principio, los medios tecnológicos con los que disponemos hoy en día permitirían hacer infinidad de actividades a pesar de la pandemia, pero para eso hay que tener ganas de trabajar y sobre todo, las ideas que pueda tener un agente sociocultural del que el Ayuntamiento decidió prescindir hace más de medio año.
¡Hasta el año que viene!
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