La cultura clama en las calles de Granada por un plan para rescatar al maltratado sector
Más de 600 profesionales del espectáculo pide la puesta en marcha de medidas económicas para paliar los efectos de la pandemia y un trato igualitario respecto a otros gremios
Más de 600 profesionales del mundo del espectáculo en Granada salieron ayer a la calle a causa de la situación insostenible del gremio. Entre mascarillas negras y gritos de auxilio ('Nos habéis dejado atrás'), estos trabajadores reivindicaron medidas urgentes ante "el abandono institucional" y "el trato "injusto" hacia el sector. El objetivo de la protesta, cuya celebración tuvo lugar en 27 ciudades más de España, fue "dar visibilidad a la alarmante situación" que viven los trabajadores "al borde del colapso" por la pandemia.
La manifestación, organizada por el movimiento Alerta Roja, se celebró sin ningún incidente y cumpliendo todas las normas de seguridad e higiene. De hecho, los asistentes debieron registrarse previamente por internet para conseguir su pase (una pulsera). Los interesados en sumarse de forma espontánea a la concentración, que fue desde el Triunfo hasta la explanada de Paseo de Violón, sólo pudieron hacerlo en calles aledañas.
"Sentimos que se nos ha dejado atrás, abandonados. Hay un trato muy diferente entre sectores. No ha habido contagios en ningún espectáculo y eso justifica todavía menos las medidas tan restrictivas que se están teniendo con este gremio", criticó severamente Laura López, portavoz de Alerta Roja en Granada, que cree que no se está teniendo en cuenta las peculiaridades del sector como la temporalidad.
La portavoz de Alerta Roja en Granada habló ayer de las 14 peticiones que proponen desde su movimiento, entre ellas que "se reactiven las agendas culturales a través de las entidades locales fundamentalmente; que se tenga en cuenta que somos un sector vulnerable y la temporalidad; el paro extraordinaria por cese en los autónomos; o que no se hagan devolver los créditos ICO hasta que no hayamos vuelto al 100 por 100 del aforo".
"No hay un motivo real para que haya esta persecución con este sector que podría generar mucha riqueza. La cultura ha sido el alimento del alma estos meses. Todos han leído, han visto películas y ha escuchado música. Hemos sido solidarios. El confinamiento acaba y somos los grandes olvidados. Como si la cultura no fuera una industria", se lamentó López. "A todos nos gusta la música, el teatro y un montón de eventos. Necesitamos de la cultura, pero luego no se nos tienen en cuenta", añadió Ales Furandena, músico y miembro de Alerta Roja.
Con el paraguas a medio abrir y entre aplausos, muchos de los manifestantes se hicieron oír a golpe de flightcase (contenedor de transporte especial utilizado para embalar y transportar de forma segura todos los instrumentos y equipos musicales). Materiales que llevan sin usarse meses debido al parón en la industria cultural. "He venido con mis compañeros de las salas de conciertos en nombre de la Asociación Estatal de Salas de Música en Directo para reivindicar que nuestros locales son espacios culturales. Llevamos 198 días cerrados y sosteniendo unos gastos que nos están asfixiando (alquiler, seguros, suministros)", se quejó la programadora de la sala Industrial Copera, Silvia M. Ferri. "Necesitamos reconocimiento y un plan de rescate ya. Y que no metan en el mismo saco de ocio nocturno a las salas de conciertos y botellones. Es de locos", señaló. José Gustavo Cabrerizo, dueño de la sala Planta Baja, también asistió a la manifestación.
Vuelos llenos, salas de conciertos vacías
Lola Morillas y Diana Casais, de la orquesta Moliere Show, llegaron desde Jaén para estar en la protesta. "En nuestro gremio no entendemos porque se hacen otro tipo de eventos como los toros y nosotros, que podemos cumplir con las medidas, nos han vetado. Nos sentimos abandonados, marginados, maltratados. Sólo pedimos que nos traten como a otros gremios. No nos dejan trabajar", se quejó Morillas. Al igual que esta profesional, miles de personas esperan una respuesta de la clase política ante el incierto futuro laboral de este sector, cada día más hundido. A las instituciones les toca mover ficha. Ya es hora.
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