Unos manuscritos originales de Enrique Urbano Sánchez (“Fermín”), el último guerrillero de Sierra Almijara, salen a la luz más de un cuarto de siglo después de haber sido escritos.
Hace unos días el científico y profesor de la UGR Antonio Castillo Martín me envió una interesante noticia: en un periódico de León se están publicando, por capítulos, los textos que dejó escritos Emilio Suárez, un guerrillero maqui de la zona castellano-leonesa, hallados por la guardia civil en el interior de una cueva, en el año 1940. Garabateados a mano en un tosco cuadernillo, con faltas de ortografía, palabras incompletas y una sintaxis pésima, todo ello unido a una caligrafía que deja mucho que desear –por aquel entonces, desgraciadamente, muchos no tenían acceso ni a la educación más elemental–, esas desaliñadas páginas manuscritas, casi la última voluntad de un humilde idealista que sabía que su final –su trágico final– andaba cerca, constituyen un irrepetible y meritorio testimonio de aquel momento histórico.
Esa noticia me hizo recordar que desde hace más de nueve años soy depositaria de unos documentos muy similares a los referidos. Durante la época de la lucha antifranquista en los montes de España, en las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama operó la conocida "Agrupación Guerrillera Granada-Málaga" o "Agrupación Roberto" –conocida así por el nombre de guerra de su jefe, José Muñoz Lozano–. Desde su formación en el año 1946 hasta su disolución en 1952, este grupo fue célebre por ser uno de los más resolutivos del país. Roberto consiguió reunir bajo su mando a más de 150 bizarros combatientes; uno de sus hombres fue Enrique Urbano Sánchez, cuyo apodo en la sierra era "Fermín". Este hombre asumió su condición de guerrillero plenamente convencido de lo que hacía, y permaneció en la sierra durante cinco años soportando la esforzada existencia de un combatiente, viviendo a la intemperie de continuo y aguantando la rígida disciplina de una comunidad itinerante y cuasi militar.
Fermín fue uno de los seis maquis que consiguieron eludir el asedio de la guardia civil y escapar a Francia, en un periplo largamente recordado por sus simpatizantes. Cuando Franco murió y se decretó la amnistía del año 1977 Fermín decidió, ipso facto, regresar a España. El día de Nochebuena de ese mismo año pudo volver a abrazar a sus padres, muy ancianos a la sazón, y con ellos se recogió en su casita del Río de la Miel hasta que ambos murieron. Enrique siguió adelante en soledad y con una acusada decadencia física, también. En sus últimos años llevó una existencia muy humilde y retirada pescando en el mar, paseando con su perro y recibiendo afablemente a todos los que fueron a visitarlo para escuchar sus experiencias allá en la sierra, o su extraordinaria aventura caminando a través de toda España con doscientos guardias civiles sobre su rastro. El inefable Fermín tenía una memoria prodigiosa y un extraordinario don de palabra; sus valiosos testimonios sirvieron para documentar importantes libros de diferentes autores, artículos en periódicos y revistas e incluso reportajes de televisión, relacionados con el fenómeno de la guerrilla antifranquista durante la posguerra española.
Pero, además de esto, en sus frecuentes ratos de soledad –qué pasaría por aquella mente, ay, perspicaz y un punto turbada, a la vez– Fermín dejó escritas unas cuartillas de su puño y letra, en las que evoca ciertos aspectos de su vida como miembro activo de la guerrilla, y también de su forma de pensar. Al contrario que el caso del maqui leonés, los textos de Fermín –redactados aprovechando viejas hojas sueltas, incluso la parte posterior de un almanaque, durante los últimos años de su vida, como una suerte de testamento emocional– están escritos a bolígrafo, con una caligrafía diríase que exquisita, y abundan en expresiones cultivadas, casi literarias, que revelan una inteligencia y una formación poco comunes en personas de su contexto social.
Durante el mes de noviembre de 2015 y como parte del trabajo para la publicación del artículo sobre la vida de Fermín, publicado en esa misma fecha (puede leerse aquí), tuve la ocasión de entrevistar en tres ocasiones a Antonio Urbano González, hijo del conocido maqui nerjeño “el Duende” que, por demás, era primo de Fermín. Luego de varios días de charla y consciente de mi interés por el tema, Antonio tuvo a bien encomendarme los textos escritos por el histórico guerrillero, en la confianza de que conmigo estarían seguros. “Toma estos papeles”, me dijo; “los recogí de la casa de mi primo cuando murió. Llevan metidos en un cajón varios años y no sé qué hacer con ellos, pero me da pena tirarlos. Seguro que tú los guardarás bien”, concluyó. Al llegar a casa –y dando saltos de alegría, he de admitir– los puse a buen recaudo. Hasta ahora.
Antonio Castillo Martín y la noticia del diario de León me animaron a retomar el contacto con la familia de Antonio Urbano González. Él falleció el 18 de febrero de 2021, pero sus hijos han estado de acuerdo con que estos escritos –la memoria rotunda y verdadera de un maqui de la Almijara; el enfoque en primerísima fila de una realidad atroz, escondida durante muchos años por el sistema político imperante– vean la luz. Y qué mejor forma de darlos a conocer que realizando una transcripción fiel y exacta de esos textos, sin cambiar una palabra, tal y como Fermín los dejó redactados y colocados sobre una estantería, bien visibles dentro del caos que reinaba en el interior de su vivienda, en un deseo –estamos seguros– de que fuesen hallados. Dicha transcripción va acompañada por fotografías de los textos originales. Se suma a ello, además, una sorprendente grabación del propio Fermín (realizada por el historiador malagueño José Aurelio Romero Navas, en el año 1983) entonando el famoso “Himno Guerrillero” –aparte de saber escribir, Fermín cantaba muy bien– con el que los combatientes se animaban unos a otros, cuando las fuerzas desmayaban.
Quién sabe… puede que, tras leer los papeles de Fermín, la visión de “la gente de la sierra” cambie para algunos de nosotros. Se puede comulgar con el ideario republicano o se puede discrepar de él, pero de lo que no hay duda es de que este testimonio directo revela el sentir de una persona que, a menudo con espíritu quijotil –siempre erguido en los estribos–, actuó con plena conciencia en lo que entendía como la defensa de una democracia atropellada, esgrimiendo sus razones ideológicas para combatir a sus adversarios. Y que logró escapar –¿lo logró, realmente?– indemne del aterrador momento histórico que le tocó vivir.
LOS PAPELES DE FERMÍN
“Guerrilleros procedentes de Agrón
Jaime
Crescencio
Isidro
Paulino
Alberto
Mariano
Matías (padre)
Ceferino (hijo)
Germán (hijo)
Esteban
Ignacio y
Cayetano (hermanos)
Lorenzo
Alfredo
Navas (…)
Bautista
Nicolás
Guillermo
Felipillo
Federico
Eugenio
Galindo
COLABORADORES DE LA GUARDIA CIVIL
Roberto
Paco ”el Polopero”
Felipillo
Vicente
Ernesto
Todos ellos ocuparon puestos en la Guerrilla.
Eugenio era de Játar y primo de Navas. Se entregó en Guadix. Ernesto también llegó a Francia y al no encontrar apoyo se alistó a la legión y murió en Vietnam (Indochina)”
“Hoy 4 de abril, a las 11:45 la radio ha hecho una referencia a los que combatieron a la dictadura franquista en la montaña, en ella cita a Manuel Girón, el cual después de muerto fue enterrado en Ponferrada.
También destaca el que hubo 6 andaluces que lograron llegar a Francia después de atravesar España, llevaban aparte de su armamento un mapa arrancado de un libro de grado medio, como brújula se guiaban por la Osa Mayor, creo que conozco el caso, aunque no se citen nombres, en la emisión dicen que quedan unos 40 supervivientes, yo afirmaría que de los 6 que atravesaron España quedan solamente la mitad, es decir 3. También han dicho que piensan realizar una película”.
“Para analizar la Historia, hay que conocerla, estudiarla, vivirla de cerca o de lejos, a través de informaciones de la época en que sucedieron los hechos de los cuales opinamos, haciendo comentarios y los nativos en 1973, hoy tienen 25 años, si les agrego 10 años de infancia entonces son 35 años, pero voy más allá, porque existen jubilados o a punto de serlo, que también se pueden colocar en la misma situación que los primeros a los que hago referencia, no olvidemos que en España, por aquel entonces, la dictadura, no estaba abolida, con todo lo que ella conlleva, no existía la libertad de prensa, hasta los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós estaban prohibidos lo mismo que El Judío Errante de Eugenio de Juez, Los Cuatro Jinetes de la Apocalipsis de Vicente Blázquez Ibáñez, El Cristo Rojo de Juan García Morales, “el Hombre Globo” de Larra, la “Tierra” de Emilio Zola, las obras de García Lorca tampoco se podían adquirir en kioscos o librerías, todo lo que pudiera tener carácter social o instructivo, estaba escamoteado, el Muera la Inteligencia de Millán Astray, aún flotaba en el aire.
Franco y Pinochet, tienen el mismo punto común ya que ambos se sublevaron contra gobiernos legales salidos democráticamente de las urnas, el 1º se proclamó Generalísimo y Caudillo de España, por la gracia de Dios, el 2º senador vitalicio, sin tener en cuenta que los senadores deben salir periódicamente de las urnas y que tienen una edad de jubilación, no son aforados perpetuos, y la inmunidad se termina con su actividad senatorial, entonces pasan a ser unos ciudadanos cualquiera que judicialmente pueden ser juzgados por las leyes o por la Historia. A Franco, ayudado por fuerzas extranjeras le costó sostener una guerra civil cuya contienda tuvo 32 meses de duración y las secuelas lo queramos o no, todavía hoy perduran las dos Españas ellos y nosotros, con diferentes modales aún existe.
A Pinochet, le costó solamente unas horas el conquistar el poder, no tuvo enfrente más oposición que la que le ofreció la guardia personal del presidente Salvador Allende, eliminada esta y muerto este, se instaló cómodamente en el Palacio de la Moneda, sede del gobierno, desde allí beáticamente ordenó la matanza y tortura de la oposición, Allende había obtenido el 36% de la lista más votada, razón por la cual pasó a ocupar la jefatura del gobierno, el 64% lo constituían sus opositores los cuales no alanzaron esa cifra del 36% sabido es que solamente cuentan los sufragios exprimidos y que la abstención no cuenta, en ninguno de los dos sentidos, por lo que pudiera darse el caso de que los que no votaron, fueran mayoría, pero ya digo que eso democráticamente no cuenta, no tiene representabidad alguna, aunque indiscutiblemente influye en los resultados obtenidos, personalmente creo que no tienen derecho ni a opinar ya que se mantuvieron al margen de sus deberes cívicos, si todos se comportaran igual adiós elecciones y con ello adiós democracia, primaría la anarquía”.
"Himno guerrillero cantado por Fermín"
LETRA DEL HIMNO GUERRILLERO
“Por llanuras y montañas
guerrilleros libres van,
los mejores luchadores
del campo y de la ciudad.
Su bandera de combate
con su manto cubrirá
a los bravos paladines
que en la lucha caerán.
Ni el dolor ni la miseria
nos harán retroceder,
seguiremos adelante,
nuestra consigna es vencer.
Nuestros jefes nos ordenan
atacar para vencer,
venceremos al fascismo
sin jamás retroceder.
Venceremos al franquismo
en la batalla final,
camaradas, muera Franco,
viva nuestra libertad”.
Texto, fotos y documentación: Mariló V. Oyonarte
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