El doble etiquetado


Movilizaciones en el campo.

  La enésima movilización del campo, en todo el territorio del estado español, mucho me temo que, por desgracia, no va a conseguir muchas más mejoras, que las conseguidas en movilizaciones anteriores.

  Una de las causas, para mí, que tantas frustraciones nos ha deparado ya, desde el inicio de la democracia, incluso de antes ya, es la endémica debilidad de las organizaciones Agrarias. La bajísima afiliación que padecen desde su nacimiento, las organizaciones de agricultores y ganaderos, sobre todo aquellas que representan a los más castigados siempre, los pequeños agricultores y ganaderos, ya sean de aquí, de Galicia, de Aragón o de Cataluña.

  Dicen que, viendo tu pueblo, ves España, y hasta cierto punto, es verdad. Aquí, cuando las cosas van mal, nos ponemos muy reivindicativos y protestones, pero en cuanto pasa la tormenta, volvemos a la pasividad. En el campo también se da lo de "nadie se acuerda de santa Bárbara hasta que truena".

Y seguimos dando la espalda como siempre, a las organizaciones agrarias y usando siempre el mismo latiguillo

  Y seguimos dando la espalda como siempre, a las organizaciones agrarias y usando siempre el mismo latiguillo: "es que los franceses si tienen dos cojones y cuando se movilizan, queman hasta a los camiones". — "No, mirad compañeros, los franceses, (o los alemanes, holandeses o polacos) al igual que nosotros, tienen unos atributos, o partes nobles, más o menos como las nuestras. Lo que sí tienen, es una afiliación media a las organizaciones profesionales agrarias del 84%. Nosotros, en el conjunto del estado, el 4,5%, aquí ni aún eso.

  Pero, asumido esto y con la debilidad que venimos arrastrando, es, que tampoco estoy de acuerdo con los análisis que se hacen y las soluciones que se proponen. Estamos en un sistema de economía de mercado y globalización total. Y no podemos pedir peras al olmo, porque sería la misma contradicción que cuando pedimos regulación de precios o intervención en los mercados.

  Pero si eso es antitético paradójico y contradictorio con el sistema, y esto es lo que hay y no creo que nadie esté planteando el cambio del sistema económico y social.

La estrategia de todas las grandes superficies, consiste en atraer al público-masa-cliente, a través de superofertas de productos básicos,

  Sin embargo, si podríamos pedir, y de hecho es una vieja reivindicación de las organizaciones agrarias, algo tan simple, como el doble etiquetado. Esto, por sí sólo, hundiría el tinglado especulativo de más de una "gran plataforma" comercial" (verdaderos monopolios del  del sector) porque el efecto de ver y comparar el ridículo precio en origen, de cualquier producto del campo, al lado del escandaloso y especulativo precio de venta al público, tendría un efecto tan demoledor, como el que podría sufrir una atractiva prenda de "boutique", que llevara, si fuera el caso, al lado del precio de venta, el salario de esclavo con el que fue confeccionada. En ambos casos, el artículo recibiría el rechazo rotundo de los consumidores.

  Y la otra acción que deberíamos desarrollar, sería la de desenmascarar y denunciar las campañas de publicidad, desarrolladas por las grandes plataformas, a nuestra costa y costo: La estrategia de todas las grandes superficies, consiste en atraer al público-masa-cliente, a través de superofertas de productos básicos, osea, los del asunto "del papeo", es decir, los nuestros, los del campo (leche, aceite, leguminosas, hortalizas, patatas, frutas etc.) Si mantienen una oferta barata de estos productos, aun perdiendo con su venta (que ni siquiera así es el caso, como ahora veremos) será un buen reclamo para que acuda el cliente- masa, que una vez captado, multiplicará las ventas de otros productos. Es decir, que lo que desarrollan es una campaña publicitaria, que si la financian a su costa, nada que objetar, pero es que está claro que se hace detrayéndolo de los precios justos que deberíamos cobrar.

  Pero no sólo eso, sino que además nos acosan a diario con la exigencia de ofertas a la baja en los precios en origen, a cooperativas o distribuidores a pie de campo, para que ellos puedan realizar sus super ofertas. Si rechazas su propuesta, te retiran los pedidos y buscan otro distribuidor, que los habrá, haciendo cola, que sufrirá el mismo acoso.

¿Aquí no tendría nada que decir la Comisión Nacional de la Competencia?
¿Ni la europea?
¿Entonces para qué están?

Juanmiguel. Zafarraya.



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