Refugiados y emigrantes


Este país no era ni Azul ni Rojo, pero tenía suficientes motivos como para no dejar contento a alguno de los dos Imperios.

 

Este cuento del Llano, basado en una realidad paralela y muy similar, nos lleva a una reflexión necesaria y urgente, de que aún estemos a tiempo de evitar una resolución tan descorazonada e injusto, como la que se intuye si no reaccionamos contra los acontecimientos.

 

 Los capitostes de los imperios Azul y Rojo, habían acordado, "no ponerse de acuerdo" sobre aquel país, en el Oriente Medio, que ahora era el centro predilecto para sus altas conferencias de "no acuerdos".

 Este país no era ni Azul ni Rojo, pero tenía suficientes motivos como para no dejar contento a alguno de los dos Imperios.

 Antes, había sucedido lo mismo con otros países de la zona, que al no declararse abiertamente ni Rojos ni Azules, enseguida provocaban el esperado "no acuerdo" y en pocos meses desaparecían de la faz de la tierra o se arrastraban sin orden ni concierto, en lo que el sistema vino en denominar como un "estado fallido".

 Todos los países del mundo, llegaron a sentir pavor de que pudieran ser considerados como "neutrales", pues enseguida, podían ser sospechosos de algo para alguno de los dos Imperios y en poco tiempo, podían ser víctimas de sus "no acuerdos".

 Al principio nos decían que, es que los dos Imperios respondían a dos formas antitéticas de concebir el mundo: el Imperio Azul, representaba la libertad individual, la libre iniciativa, la empresa propia, la democracia formal, "los derechos humanos", la propiedad privada, el marxismo adaptado, como método de análisis etc. es decir, todos los logros y valores que representaba el capitalismo.

 El Imperio Rojo, quería representar la justicia social, la igualdad, la propiedad como bien colectivo, "los derechos humanos", (también aquí van entre paréntesis) la democracia popular, el internacionalismo proletario, el marxismo como método de análisis y si era necesario, el sacrificio de la libertad individual, en aras de la máxima utopía de su programa: "cada uno según sus posibilidades, a cada uno según sus necesidades". Todo esto pretendía ser el fundamento del socialismo real.

 Con conceptos tan antagónicos, lógicamente, no quedaba lugar para los neutrales y aunque para asimilar las enseñanzas para una convivencia pacífica, (coexistencia, se llamó luego) hubo que afrontar antes dos guerras mundiales, la verdad es que el mundo, hasta agradeció el nuevo status quo, y empezó a prosperar: unos creando el "estado de bienestar" y potenciando derechos sociales, para que la gente de su mundo no simpatizara con la propaganda del Imperio Rojo, y éste, democratizando sus estructuras y flexibilizando sus dogmas, para que sus "súbditos" tuvieran la sensación de que eran libres.

 Ambos mundos implosionaron- explosionaron, estrepitosamente, poniendo en evidencia su ineptitud para facilitar la convivencia, el progreso, la justicia social, la libertad y la posibilidad de realización de la humanidad como conjunto y de cada una de las personas que la conforman, como individuos.

 Unos, asfixiados en las checas y el exilio, la falta de libertad individual y colectiva, los dogmas ideológicos, la corrupción, los "muros" y las democracias populares y otros, en el escandaloso proceso de acumulación de bienes y privilegios por unos pocos que genera las tremendas desigualdades sociales; la globalización parcial y negativa, que permite la libre circulación de capitales y mercancías, pero restringe la de las personas, las prácticas liberticidas del liberalismo económico, la negativa a una vida estable y la paulatina creación de una sociedad "orwelliana" con la masificación de un pensamiento único, donde el Ministerio de la Verdad, impone sus conceptos, desde aliados tan poderosos como la televisión y las redes sociales.

 Explosionaron aquellos mundos, pero no estos imperios. Ya no tienen la justificación ideológica, luego es lógico pensar, que su razón de ser, es el control del mundo desde uno u otro Imperio. Y la nueva justificación se la ofrece el absurdo, criminal e injustificado ataque terrorista de Al Queda, contra el centro del Imperio Azul, llevado a cabo contra las Torres Gemelas de Nueva Yorck en septiembre de 2001. De forma que, al igual que en el pasado, los países no se puedan sentir libres, neutrales e independientes, sino que corran a refugiarse bajo la protección de alguno de los dos, a cambio de su total renuncia a criterios independientes o actitudes díscolas y así pueden proseguir ambos imperios, su periplo de “guerras y castigos” mutuamente, con guerras como la de Afganistán, Irak, Siria, Palestina o Ucrania.

 En el mundo globalizado, que denunciábamos desde el inicio de este relato, donde los "intereses estratégicos unificados" de ambos imperios, van destruyendo países al ritmo de uno o dos por lustro, se produce anualmente un éxodo de millones de personas y descomunales movimientos migratorios.

 Hace unos años, llegó al Llano de Zafarraya, procedentes de una patera que recaló en las costas de Almuñécar, una familia siria de origen palestino, compuesta de padre y madre y varios hijos en edad escolar. Aunque al parecer, de los cuatro hijos que conviven con el matrimonio, tres, los han ido adoptando a lo largo de su terrible periplo de huida de país en país, acogiendo los huérfanos generados en estas terribles guerras y circunstancias y el mayor, fue concebido mediante fecundación artificial, antes del inicio de la destructiva guerra, que los obligó al exilio definitivo, fuera de la zona de su cultura nativa, árabe y musulmana.

 En los países de acogida, en este caso del Imperio Azul, empezaron a generarse los primeros síntomas de rechazo, por la masificación de refugiados y de inmigrantes multinacionales, que huyen de "la guerra del hambre", de sus respectivos países en el inframundo del sur y del Medio Oriente y la coreografía parafascista de los partidos de extrema derecha, generando un miedo irracional de que todos los inmigrantes, sobre todo los árabes o de religión musulmana, son poco menos que terroristas del Estado Islámico o potenciales violadores u “okupas”.

 Hubo meses de resistencia y presiones de todo tipo, como amenazas y coacciones para cualquier patrón compasivo que quisiera ayudarlos a empadronarse o conseguir la regulación de su situación y tener contrato de trabajo en vigor, como las que recibí yo mismo y de muchas formas y maneras, para impedirlo. Pero finalmente, la familia de Mamoum al Salhé consiguió el estatus de refugiado, legalizaron su situación y empadronarse por fin en el Ayuntamiento de Zafarraya, en la provincia de Granada.

 El hijo mayor, desde el principio y a pesar de las limitaciones del idioma, demostraba día a día un talento excepcional, terminando primaria y sus estudios de secundaria, con matrícula de honor en todas las asignaturas, y ya en el IESS de Alhama de Granada, cursando estudios superiores, en la universidad de Granada, costeándose sus propios estudios, trabajando en verano en la huerta de mi propiedad, junto a su padre, reunida la familia en la caseta de campo que, le cedí durante varios años a la familia y siguiendo el mismo ciclo que mis hijos desarrollaron en años anteriores: trabajo en verano y estudios en invierno.
Mientras en el mundo, tanto en el dependiente del Imperio Azul, como el del Imperio Rojo, se había ido recrudeciendo el sentimiento xenófobo, ante la masificación de los movimientos migratorios. Mientras, en los países consolidados como nación en los años anteriores, afloraban las reivindicaciones nacionalistas, con demandas, acciones y reivindicaciones ya, claramente antiimperialistas e independentistas.

 Desde los centros del Imperio, llegaban propuestas, actitudes y acciones, no ya xenófobas, sino abiertamente racistas, con la recomendación a sus "países amigos, (eufemismo que emplean los Imperios para dirigirse a sus países lacayos o súbditos) de colocar barreras muros o alambradas, que impidan el libre tránsito de personas, pero ejemplificó y se extendió así, que permita la libre circulación de capitales y mercancías.

 En España, como país frontera entre esos dos mundos, el efecto xenófobo se amplificó y se extendió a amplísimas capas de población, que fueron seducidas por campañas populistas y demagógicas, cada vez más abiertamente racistas, de partidos como POX (Partido Obrero Xenófobo) que en las últimas elecciones, había arrasado en las urnas, con mayoría absoluta.

 Instalados en la mayoría y con la aquiescencia y el beneplácito del eje del Imperio Azul, POX, empezó reformando la Constitución, anuló, creando estados de excepción, cualquier atisbo de nacionalismo independentista periférico, para insertarlos a hierro y fuego en un nacionalismo centralista, mucho más radical y rancio. Restringió todas las libertades, comenzando por las de las minorías, (homosexuales, gays, lesbianas, inmigrantes… y negros) y anulando las leyes de igualdad, y de violencia de género, devolviendo la potestad de autoridad del varón en el matrimonio, penalizando cualquier modalidad de aborto, restringe la libertad religiosa, volviendo al estado confesional. Amplió las penas, consolidando la presión permanente revisable y ante la resistencia de algunos grupos filo terroristas, a dejar sus actividades insurgentes, restauró la pena de muerte, aunque sólo para estos casos.

 Y de esta forma, en un inexorable cumplimiento de la Ley de Murphy, lo que podía empeorar empeoró y se llegó a una situación de gobiernos "fascistas, de hecho, aunque camuflados de sufragio universal, monarquía. Parlamentaria y bendiciones eclesiásticas y empresariales.

 Y en este contexto y con estas mimbres democráticas, desarrolló su actividad el joven inmigrante sirio, de origen palestino y nacionalizado español. Fue un líder nato y neto en todas las movilizaciones universitarias y aunque formalmente no adscrito a ningún movimiento político ni sindical, su prestigio creció y su influencia determinante, traía diariamente en jaque a las autoridades universitarias, civiles y policiales. Había sufrido numerosas detenciones y privaciones temporales de libertad, pero ante la presión de los "campus universitarios" y los sindicatos, que se solidarizaban con él, siempre salía absuelto de mayores cargos. Ya adulto y licenciado en varias especialidades, se doctoró en dos disciplinas y al año siguiente, ocupó la cátedra de filosofía en la Complutense de Madrid, donde se había trasladado a finales de los años veinte. Creó con otros, un movimiento unificado e interpartidista, de resistencia, ante el crecimiento de estructuras reaccionarias y ya, abiertamente fascistas, en la Iglesia, en el empresariado, en la administración, en el parlamento y en el gobierno…

 Atacaba al clero, a los jueces, a los políticos corruptos y reaccionarios, al gobierno para- fascista y al "sunsum cordam" si se tercia, con argumentos duros, pero con intervenciones serenas, que quizás en el tiempo, crearon más damnificados que bendecidos.

 Hasta que se produjo el terrorífico atentado del Santiago Bernabéu, con ciento ochenta víctimas mortales, más centenares de heridos. Desde ese momento, un colosal complot eclesiástico, jurídico, policial y gubernativo, va cerrando pruebas falsas de culpabilidad contra él, donde se prescindió de toda presunción de inocencia y desde "cuasi" un juicio sumarísimo se le condena a la pena capital, y seis meses después es ejecutado, el día ocho de abril de 2035, a las doce de medio día.

  Esos días estaba en Madrid, por asuntos familiares y sentí la ardiente necesidad de visitar la tumba de mi amigo y protegido Jhesùa al Salhé. Y se me encogió el alma: Alguien había puesto a carboncillo sobre la piedra que cerraba su tumba: "Jesús de Nazaret, emigrante sirio de origen palestino, ajusticiado por defender un mundo mejor".

 Desde mi convicción atea, consolidada a lo largo de tantos años, mientras mis ojos de repente, sobrepasaban el punto de rocío, deseé vehementemente que al tercer día resucitara.

Juanmiguel. Zafarraya.

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