Todo el mundo merece respeto siempre, y los trabajadores durante el ejercicio de su actividad laboral todavía más, si cabe.
Es evidente que desde hace bastante tiempo la crispación y hacer caso omiso de las más elementales normas de convivencia van en aumento. Personas jóvenes y en buena forma que no ceden el asiento en el bus o el metro a gente mayor o con muletas, por ejemplo. Y si alguien se lo recrimina dicen que han llegado antes con malos modos y chulería. Gente que por algún error de quien les atiende en un bar o una tienda les llena el culo de voces al pobre trabajador (si es trabajadora probablemente añada algún comentario machista y si tiene aspecto de ser de otro país, el comentario será xenófobo o racista). Los que en una oficina se dirigen a quien está atendiendo a otra persona como si tuvieran más derecho que nadie a ser atendidos...Los casos y situaciones son múltiples y seguro que todos hemos sido testigos de más de uno.
Pero en los últimos días, durante las protestas que se organizan en la calle Ferraz de Madrid la agresividad contra reporteros de diferentes medios alcanza niveles intolerables. Las imágenes de exaltados que “están putodefendiendo a España”, insultándolos, acosándolos y agrediéndolos son múltiples.
...a los malos modos de la derecha en el congreso hay dos momentos para mí memorables...
Los culpables directos son los líderes de los dos partidos que no terminan de asumir que 179 diputados han elegido como presidente a Sánchez y no a Feijóo. Los que creían que la tarta era suya y ya se la tenían repartida.
Y les importan un comino las consecuencias de no respetar las reglas democráticas cuando no ganan. Si montan abucheos y tanganas cuando están en el uso de la palabra diputados de la izquierda, no es de extrañar que los que salen a protestar, en muchos casos probablemente sin saber contra qué o por qué, se crean con derecho a decidir que quien trata de contarlo no tiene derecho a estar allí.
Respecto a los malos modos de la derecha en el congreso hay dos momentos para mí memorables: El primero estando José Antonio Labordeta en el uso de la palabra, ante el ruido incesante, el barullo y los abucheos, recordó lo que había costado que gente como él llegara al Congreso y que les fastidiaba que quienes habían sufrido torturas durante la dictadura, ahora pudieran hablar desde la tribuna. Y el segundo cuando Pilar Manjón hablaba con voz emocionada sobre los atentados del 11 de marzo y recordaba las actitudes de aclamación y vítores durante otras comparecencias por parte de algunos diputados y la señora Manjón preguntó con amargura: “¿De qué se reían, señorías?”. Por cierto, esta señora, además del terrible sufrimiento de perder a un hijo en esos atentados ha tenido que soportar terribles mensajes de fascistas de la peor calaña en las redes sociales solo por el hecho de ser de izquierdas, como si su pérdida debiera dolerle menos que a una señoritinga del barrio de Salamanca. Por ejemplo: “¿Qué se puede esperar de una mala madre que hace negocio apoyando la impunidad de los asesinos de su hijo?”
Otra actitud abyecta durante las protestas, la protagonizó Ortega Smith, enfrentándose con la policía
Esperanza Aguirre, por ejemplo, llamando “La Secta” a una cadena de televisión que al parecer no debe de gustarle, debería de ser consciente de que su gracieta trae las consecuencias que trae, “de aquellos polvos estos lodos”. O Isabel Díaz Ayuso con su “hijo de puta” a Sánchez desde la tribuna de invitados del congreso y luego jugando con su ironía, no fina, sino turbia, y su soberbia habitual a que le gusta la fruta. Si en el primer momento hubiera reconocido su reacción al reproche de los inmorales negocios de su hermano y se fuera disculpado por ello sus palabras hubieran quedado olvidadas. Pero ese ‘cachondeíto’ da alas a los energúmenos.
Claro, que Aguirre se cree con derecho a todo. Recordemos su incidente de tráfico y su comportamiento posterior. O cómo en uno de los primeros días de las protestas en Ferraz animaba impunemente a cortar la circulación.
Otra actitud abyecta durante las protestas, la protagonizó Ortega Smith, enfrentándose con la policía y creyéndose con el derecho de darle órdenes diciéndoles que en vez de estar allí debían estar “reprimiendo las manifestaciones de la extrema izquierda”. Claro, no es de extrañar en alguien capaz de la vileza de acusar a las Trece Rosas de “torturar, violar y asesinar”, como hizo en una entrevista en TVE.
Imaginen que el comportamiento en estos hechos, de Aguirre y Ortega, lo hubieran tenido dirigentes de izquierda. ¿Fueran tenido la misma reacción la derecha política y mediática que la que está mostrando el gobierno y los partidos de izquierda?
Quienes sí demuestran un gran respeto por la tranquilidad de los andaluces son los miembros del PP de la mesa del Parlamento de Andalucía, que se niegan a que se realice un pleno sobre la situación de la sanidad en nuestra comunidad porque “crearía alarma”. Que haya 192.561 pacientes en lista de espera quirúrgica y 841.731 pendientes de ser vistos por el especialista, más de 1 millón de personas en total, no crea malestar, lo que lo provoca es que se debata sobre ello. Claro que sí, majetes.
Firma invitada: Prudencio Gordo Villarraso.
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