Decencia y docencia


Tememos a lo desconocido y cuanto más desconocido, más temido.

 Esa es la razón de que las mejores películas de terror sean de bajo presupuesto y muestran muy poco o casi nada del monstruo o del horror que se insinúa.

 Y de ese miedo a lo desconocido se vale la ultraderecha para captar los votos que la ha llevado desde posiciones testimoniales a alcanzar incluso algún gobierno. Alentar el miedos a los moros, a los gitanos, a los negros, a las mujeres libres; es siempre un buen modo de captar votos entre gente poco proclive a contrastar informaciones y sopesar opiniones.

No me da miedo porque conozco bien la ultraderecha y el fascismo, como todo español de mi edad que lo ha sufrido en carnes propia

 Particularmente no me da miedo el ascenso de ese partido al que no voy nombrar, pero cuya candidata por Andalucía viene a “tomar Andalucía”; tal vez porque ignora que esta tierra ya está tomada desde hace más de quinientos años y en su Junta se tienen en cuenta las opiniones de sus conmilitones. No me da miedo porque conozco bien la ultraderecha y el fascismo, como todo español de mi edad que lo ha sufrido en carnes propias y, peor, mucho peor, en las carnes y las almas de sus padres y abuelos que tuvieron que soportarlo durante casi toda su vida. Pero es lo que hay, la gente les vota y para mí el voto de la gente es sagrado.

 Lo que me preocupa, no me asusta, no me irrita, me preocupa; es que alguna gente vote a esas formaciones de extrema derecha española o catalana; también entre los estelados hay gente a la que califico de extrema derecha, por muy de izquierdas que se proclamen. Por decirlo claramente: el pensamiento que se enraíce en la tierra, en la patria, en la nación, en la sombra del campanario es, para mí, altamente sospechoso de fascismo, No hay nada malo en la reivindicación de lo propio, de la propia cultura, pero dentro del reconocimiento y el respeto de la diversidad y la aceptación de que todos somos extranjeros fuera de la protectora sombra de la torre de la iglesia. Y, ya puestos, todos seremos expulsados del paraíso de los demás con la misma furia con que nosotros expulsamos de nuestro paraíso a todos los no católicos, apostólicos y romanos (creo que es así, pero no estoy seguro).

Bajar impuestos causa pobreza, desigualdad y mala salud y eso es indecente por legal que sea.

 La única forma que se me ocurre para curarme del miedo a los demás, a los que no son como yo, es a través de la decencia y la docencia. Por decencia entiendo no las acepciones de la RAE sino la capacidad de cada uno de obrar en todo momento sin incurrir en delitos o fallas morales (creo que ya he hablado, o escrito, del Imperativo Categórico Kantiano). La decencia es obrar de forma correcta sin importar la legalidad. Bajar impuestos es legal, pero, para mí, profundamente indecente, porque implica recortes en sanidad y educación que hacen, por ejemplo, que aulas y consultas médicas estén densamente pobladas. Bajar impuestos causa pobreza, desigualdad y mala salud y eso es indecente por legal que sea. Si tú eres un candidato a la Junta de Andalucía y presumes de que vas a bajar aún más los impuestos, con mi voto no.

 En cuando a la docencia que me receto para curarme del fascismo, todos nacemos siendo fascistas, es simple: lectura, estudio y tratar de conocer a las distinta culturas y religiones que hemos convivido, o peleado en estas tierras a lo largo de nuestra historia; más que nada para darme cuenta de que lo que verdaderamente diferencia a un cristiano de un musulmán y un judío es básicamente muy poco, apenas el nombre dado al creador, Dios, Alá, Yahvé y las pocas restricciones alimentarias que comparten judíos y musulmanes y nosotros no.

...llegar a entender lo que nos parecemos en nuestros miedos, odios, recelos y en lo cerca que estamos unos de otros

 Particularmente impulsaría en los planes educativos, no el estudio de la religión propia, eso cada uno en su casa y su parroquia, más bien el estudio comparativo de las religiones “del libro”, como forma de llegar a entender lo que nos parecemos en nuestros miedos, odios, recelos y en lo cerca que estamos unos de otros, por mucho que intenten separarnos, enfrentamos y oponernos con banderas, himnos, cruces, medias lunas y sellos de David.

 Decencia, docencia y, a ser posible, convivencia pacífica y respetuosa, que no tiene que ser idílica y amorosa, basta con que sea, eso: Convivencia.

 


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