La carta transcrita literalmente del entonces teniente coronel don Santiago Martel y Martel, la que envió a unos parientes residentes en Madrid, que por las referencias que de la misma se desprenden hubo de ser escrita el 1 ó el 2 de enero de 1885, cuando tan sólo había pasado una semana de la triste noche de los primeros terremoto que destrozaron prácticamente toda Alhama, es uno de los mejores testimonios con los que contamos sobre cómo se vivieron aquellas horas y días posteriores, así como sobre las ejemplares actuaciones que se dieron.
Y, sin lugar a dudas, el que más exactamente nos habla de cómo fue el comportamiento de la Guardia Civil, tanto en aquellos primeros instantes como durante los sucesivos días en los que el desamparo, la amargura y hasta el terror se apoderó de los alhameños.
COMPORTAMIENTO EJEMPLAR
Guardia Civil de servicio del célebre dibujante Domingo Muños, dibujo publicado en la revista “Andalucía” a favor de conseguir fondos, y portada de la Cartilla de la Guardia Civil, cuando fue fundada la misma |
Hace referencia don Santiago, el que igualmente tuvo un comportamiento merecedor de todo encomio, a cual fue la actitud, ante la grave e insólita situación surgida, de los militares de variado grado, entre ellos varios soldados, que se encontraban en Alhama con permisos de Navidad, y cuando menciona a la Guardia Civil, sus cuatro primeras palabras son sumamente expresivas y claras :”La Guardia Civil heroica”, para a continuación concretar: “Con su armamento y sus hijos y sus familiares salieron entre los escombros, de lo que fue su casa cuartel, y dejando en la plaza aquellos seres queridos, el sargento y guardias se presentaron, como yo lo hice, a la autoridad; los guardias y oficiales fueron los primeros en salvar víctimas de entre los escombros”.
Es el mismo don Santiago quien, en una carta posterior, dirigida a “La Correspondencia Militar” en la que relata con amplitud y objetividad la actuación de todos y cada uno de los militares, tanto los que se encontraban en Alhama la noche del terremoto como los que, inmediatamente tuvieron noticia de la catástrofe, vinieron los más rápido que les fue posible, publicados algunos párrafos por el mencionado diario granadino en su edición del día 31 de enero de 1885, vuelve a destacar, haciéndolo en primer lugar, la singular actuación y ejemplar entrega de la Guardia Civil: “En primer lugar debo hacer justicia al sargento Gabino Guijarro Obejón, jefe del puesto de la Guardia Civil de Alhama, con todos los individuos a su órdenes, porque después de salvar a su familia sacándola de los escombros, pues la casa-cuartel se desplomó por completo, abandonaron sus equipajes y dejando su familia en la plaza sin más albergue que el cielo, se pusieron a las órdenes del alcalde y a la mía, que también en absoluto como debía hacerlo, me puse a disposición de dicha autoridad.
En el acto empezaron los heroicos guardias a salvar víctimas de entre los escombros acudiendo a todos los puntos de más peligro. Créalo, amigo Prieto, no tengo palabras con que elogiar a estos héroes del deber, porque le aseguro que hasta el día 31 en que marché a incorporarme a mi regimiento, no tuvieron un instante de descanso”.
DON SANTIAGO, ALHAMEÑO DE ADOPCIÓN
Don Santiago Martel y Martel, entonces teniente coronel de Lanceros |
Estos testimonios de don Santiago Martel y Martel, quien se había vinculado a Alhama por medio de su matrimonio con una distinguida alhameña, como era doña María Luisa Medina Fantoni, son más que suficientes para dejar bien de manifiesto cual fue la generosa y eficaz entrega de los miembros de la Guardia Civil en los momentos más amargos y tristes de toda la historia de Alhama en estos últimos cinco siglos.
Pero hay más, mucho más, sobre el singular comportamiento y labor de la Guardia Civil en aquellos infaustos días para Alhama, para toda su comarca y hasta para un total de cien pueblos de las provincias de Granada y Málaga. Refiriéndonos en concreto a Alhama, como en estos momentos corresponde por ser la que reafirmar, ahora históricamente, este reconocimiento a la Guardia Civil, lo que no excluye que efectuemos alguna mención a otras poblaciones, expondremos breve y cronológicamente los hechos de los que tenemos un mínimo pero riguroso conocimiento, partiendo de la serie de notas que, hasta el momento, poseemos al respecto.
Ya sabemos que, inmediatamente producirse los primeros movimientos sísmicos, hacia las nueve de la noche del día 25 de diciembre de 1884, la misma casa-cuartel de la Guardia Civil en Alhama, al igual que prácticamente toda la ciudad y, más concretamente, que la parte de la misma donde se encontraba esta, se viene por completo abajo.
La reacción lógica e inmediata de la Guardia Civil es, como corresponde, la de salvar, ayudar y atender a las víctimas que están más cerca físicamente, que aquí lo es también emocionalmente: sus familiares. Lo que llevan a cabo con eficacia y acierto, tras esto, sin la menor pérdida de tiempo, recogiendo también su armamento, como profesionalmente estaba establecido, así como aquello que consideran de vital necesidad y está a su alcance, llevan a sus familiares a lo que hoy es el Paseo del Cisne, el lugar que en un principio y por todos se consideró el más seguro al tener la edificaciones que podían desplomarse a cierta distancia, los dejan allí y con rapidez, poniéndose a las órdenes del alcalde de la ciudad, en aquellos momentos el ilustrado don Pedro Negro, el que tuvo igualmente una actuación verdaderamente encomiable como primer edil y como persona, comenzaron a salvar a personas entre los escombros, exponiendo constantemente sus propias vidas, ayudando a cuantas personas les era posible, y todo ello con absoluta entrega, gran abnegación y sin el más mínimo descanso.
GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN
Panorámica de Alhama, tras los terremotos |
El alférez de la Guardia Civil de Loja, Hilario Orihuela y Heche, jefe de la Línea de este cuerpo a la que pertenecía Alhama, inmediatamente tiene noticia de la gravedad de las consecuencias del terremoto en nuestra ciudad, dirige a su superior jerárquico un telegrama informándole sobre la situación en la que se encuentra Alhama, lo que efectuó sin la menor pérdida de tiempo, en las primeras horas del día 26, como hizo igualmente el alcalde de Loja al gobernador civil de la provincia, ya que los textos de ambos telegramas aparecieron publicados en la edición del día 27 de diciembre de “El Defensor de Granada”.
Concretamente, el texto del telegrama del alférez de la Guardia Civil que dirige a su superior jerárquico, el entonces teniente de la Guardia Civil de Íllora, don Cándido Rubio y Gómez, era el siguiente: “Me comunican de Alhama lo siguiente: en esta ciudad se han sentido grandes terremotos, siguiendo a ellos la destrucción de la mayor parte de los edificios. Desgracias personales no poder precisar el número. Urge por caridad que se auxilie a esta población todo lo antes posible con fuerza armada”.
En los primeros momentos, mientras los miembros de la Guardia Civil de Alhama se entregan a ello con todo su esfuerzo y sacrifico, los jornaleros, como se hizo público, “se negaban a trabajar en la extracción de cadáveres”, hasta el punto de que el alcalde se ve obligado a dictar un bando “obligándolos a hacerlo por fuerza”. En cierta justificación de esta actitud, hemos de transcribir aquí las mismas palabras que publicaba el diario granadino junto a esta noticia: “Los ánimos de los vecinos que sobrevivieron a la catástrofe se hallaban en una postración indescriptible, rayana de la desesperación”. Además, justo es exponer en favor de los mismos que sería a estos a los que, por su actividad laboral y teniendo en cuenta en la época en que esto sucede, se exigiría, antes que a otros vecinos de clases medias y acomodas, los duros y dolorosos trabajos de desescombro y busca de cadáveres.
En la noche del día 26, el alférez de la Guardia Civil de Loja llega a Alhama acompañado de varios Guardia Civiles de aquél puesto, quien “prestó servicios con la fuerza que les acompañaba, dignos todos de la benemérita Guardia Civil”, en palabras del entonces teniente-coronel Martel y Martel.
ENTREGA PLENA Y SINGULAR
Calle Bermejas, donde estuvo la casa-cuartel de la Guardia Civil a su llegada a Alhama |
Entre las últimas horas del día 26 y primeras del 27, llega a Alhama, con varios miembros de su mismo cuartel de Íllora el benemérito teniente Cándido Rubio Gómez, entregándose plenamente a las tareas de auxilio y busca de personas entre los escombros.
Ya el día 27, sale de Granada el capitán de la Guardia Civil Francisco Brotons y Carra con dos guardias de a caballo, recogiendo cuatro más del puesto de Gábia. Llegaron a Alhama, ya de noche, y se entregaron igualmente, cada uno con todo su esfuerzo, a la tarea de buscar personas entre los escombros. En relación a los de caballería, nos dice la información dada desde Alhama “La caballería, no obstante, no pudo prestar al vecindario el menor auxilio, porque los guardias tuvieron sobrada cosa que hacer con sujetar toda la noche los caballos, que asombrados por los terremotos y por la escena de destrucción que veían, estaban desalentados y así como enloquecidos”.
En sucesivos días continuaron llegando Guardias Civiles a Alhama, concretamente el 28 lo hacían guardias de los puestos de Montefrío y Brácana, los que igualmente participaron en los difíciles trabajos de búsqueda de personas desaparecidas entre los escombros.
Si la actuación de todos los miembros de la Guardia Civil fue ejemplar, justo es destacar, como un símbolo singular de ello en el caso de Alhama, el denodado comportamiento del teniente Cándido Rubio, fue real e históricamente excepcional. Por ello, lo destacamos en primer lugar, haciéndolo con las mismas palabras que sobre él escribió Santiago Martel: “El teniente don Cándido Rubio y Gómez, jefe del puesto de la Guardia Civil de Íllora, en mi concepto y como testigo presencial he sido testigo de todos los desastres de aquellos días (y que por desgracia aún no ha terminado), es quien con más criterio y heroico corazón ha prestado servicio; este teniente dio sepultura a más de cien cadáveres el día 27. La gente del país necesitaba el ejemplo de tan bravo oficial, para un trabajo que tan doloroso era para quienes tenían que cubrir con tierra a seres queridos, llenos de vida unas horas antes. El día 31 ya se aproximaban a trescientos el número de los enterrados. No sólo dicho Sr. Rubio atendió a esta obra de misericordia, sino que se multiplicó para cuanto fue necesario”.
LLEGADA DEL REY Y EXPOSICIÓN DE MÉRITOS
Iglesia del Carmen y Patio de la misma |
Ya el 11 de enero de 1885, el mismo don Santiago Martel, quien recibe al Rey don Alfonso XII a una legua de la ciudad, en la carretera de Loja hacia Alhama, y a quien el monarca hace subir a su mismo coche hasta la misma Alhama, expone al soberano como se encuentra Alhama y, a continuación, hubo de hacer referencia al comportamiento ejemplar de las autoridades y vecinos de la ciudad, destacando al alcalde Pedro Negro, a muchos otros ciudadanos, así como a los militares y, en especial, a la Guardia Civil, como ya lo había hecho público en la misma prensa granadina e insistiría sobre ello días y semanas después.
El mismo rey felicitó a los miembros de la Benemérita, al igual que haría en cada una de las poblaciones afectadas por los terremotos y en las que la Guardia Civil tuvo una transcendental actuación. Celebre es el caso, por ejemplo, del alférez de Periana, Manuel Giménez Martínez, quien fue ascendido a teniente por el mismo Alfonso XII en el transcurso de la visita que efectuó a esta población malagueña, igualmente por la ejemplar entrega que llevó a cabo.
Asimismo, don Santiago informó ampliamente el ministro de la Guerra, que acompañaba a don Alfonso en su visita a Alhama, sobre el proceder de cuantos pertenecían al ejército de una u otra forma y se hallaban en Alhama en aquella triste noche del 25 de diciembre de 1884, tomando éste buena nota y, ya de entrada, premiando con distintas cantidades económicas a varios militares de menor rango.
Al no contar la Guardia Civil con casa-cuartel, inmediatamente se construyeron las casetas de “El Imparcial”, se destinó la mayor de ellas a la Guardia Civil. Posteriormente, cuando se rehabilitó la casa consistorial, pasó ésta a los bajos del Ayuntamiento, aunque poco después, ya a finales del verano de 1886, surgirían problemas al destinar el Ayuntamiento estos locales para las oficinas del Telégrafo y Correos.
Torre de la parroquia y Plaza de los Presos |
Calle Enciso |
Humilladero |
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